sábado, 17 de noviembre de 2012

III. Hogar



Pese a todos los años, décadas, que había pasado en la casa de Nova Chrysalia, Hope nunca había llegado a considerarla su hogar. Hacía mucho tiempo que el Director de la Academia no se sentía arraigado a ningún lugar, desde el momento en el que, con catorce años, la Purga y los fal’Cie se lo arrebataron todo en un instante. Después del Hundimiento del Nido, pese a haber vivido unos años con su padre, todo cambió cuando se unió a la Academia, pues a partir de ese instante su vida se rigió por un constante ir y venir en las exploraciones en el Gran Paals, los distintos centros de estudios superiores y, después de que Serah y Noel irrumpieran sin previo aviso en los Montes de Yaschas, todos los viajes posteriores que su llegada había traído consigo.
Hope era tímido y reservado; jamás había abierto las puertas de su espacio personal a nadie a la primera de cambio. Por eso, a pesar de que no había sentido su piso de Academia como su hogar, no le resultaba fácil dejar entrar a Lightning en él. Para el joven era todo un honor, por supuesto, pero, por otro lado, nunca antes había compartido su vida con alguien que no fueran sus padres. Aunque fuera por poco tiempo.
Siguió a Lightning al interior del piso en penumbra. Ella miraba intrigada a su alrededor, sin duda intentando examinar la estancia a oscuras; sólo se filtraba un débil haz de luz por una rendija un poco más allá.
-¿Me permites?-le preguntó Hope; ella se apartó para dejarle pasar. Tanteando para evitar tropezar con algún posible obstáculo, se acercó a aquel tenue rayo de luz y corrió las cortinas que sabía que cubrían aquella amplia ventana, iluminando tan repentinamente el piso que Lightning tuvo que cubrirse los ojos-Así está un poco mejor.
Cuando sus ojos se acostumbraron a la luz, la joven ex soldado pudo por fin echar un primer vistazo al piso de Hope. Las paredes eran blancas, lisas, en contraste con el suelo de veteada madera color chocolate. Parecía constar únicamente de una habitación, pues salón y cocina estaban separados por un ancho umbral, pero no tardó en descubrir una puerta corrediza un par de metros más lejos. Había un pequeño sofá y dos sillones color crema en torno a una mesita redonda de café, una televisión de pantalla plana, multitud de estanterías y estantes llenos de libros y archivos, un escritorio con un ordenador y algo que parecía un equipo de música en el suelo. Desde donde estaba no podía ver bien la cocina, pero estaba claro que no era muy grande. En conjunto, hubiera parecido mucho más acogedor de no ser por la cantidad de libros y papeles escampados por la mesa, el sofá y el suelo, y la densa capa de polvo que lo cubría todo.
Lightning chasqueó la lengua.
-¿Un poco mejor? Casi preferiría que siguiera a oscuras.
-Ya sé que no está muy presentable-se excusó Hope, azorado-, pero recuerda que lleva unos quinientos años sin que nadie lo limpie.
-No te preocupes por eso. Lo que sí tendremos que discutir es tu sentido del orden, ya he estado en dos de tus casas y en todas parece que le haya pasado un huracán por dentro.
Hope echó un vistazo avergonzado a los documentos y libros apilados por doquier.
-Sí, bueno… Mi agenda como Director no me permitía mantener mucho el orden… Además, como vivía yo solo, tampoco me importaba mucho.
-Pues mientras yo esté aquí tendrás que tener más cuidado en cómo tienes la casa-le regañó Lightning, aunque sonreía-. Quiero olvidarme del caos de cualquier tipo durante el resto de mi vida.
Él le devolvió la sonrisa con cierta timidez.
-Lo arreglaré en cuanto pueda; no soy muy ordenado, ya lo sé, pero si es necesario hacerlo… -con las bolsas de viaje en mano, se dirigió a la puerta corrediza y la abrió con el pie-De momento hay que hacer que este sitio vuelva a parecer una casa habitable, y luego ya discutiremos eso.
Lightning le siguió. Descubrió que aquella puerta daba al dormitorio de Hope; era pequeño, con una mesita de noche con una lámpara verde y un vaso de cristal con una flor seca y marchita en su interior al lado de la cama, de mediano tamaño y sábanas de retales blancos y negros, una cómoda de madera oscura, otras tantas estanterías repletas de libros, una ventana cubierta por unas finas cortinas blancas y otra puerta corrediza frente al umbral de entrada.
Con un suspiro cansado, Hope dejó las bolsas sobre la cama, se sentó en ella y observó la habitación, tan cubierta de polvo como el salón. No era así como le habría gustado mostrarle el piso a Lightning; quería que se sintiera a gusto, no rodeada de suciedad y desorden. Eso, a sus ojos, no le hacía justicia.
-Siento que esté tan descuidado, de verdad. Si lo hubiera sabido, lo habría limpiado a fondo antes de proponerte venir aquí.
-Pero no podías saberlo-hizo notar Lightning-, así que deja ya de torturarte. ¿No decías que había mucho que hacer en Academia?, pues limpiar tu casa es una de ellas. Cada cosa a su tiempo.
-Tienes razón-admitió Hope tras una pausa, y alzó la cabeza hacia ella-. Dejando de lado la porquería… ¿qué te parece?
Lightning se lo pensó.
-Pequeño-respondió entonces, y al ver la expresión decepcionada de su amigo, añadió:-. No es algo malo. Pero me resulta extraño que vivieras en un piso así. Tú vienes de una familia de buena posición y además eres el Director de la Academia; suponía que tendrías una casa más… impresionante.
El joven rió entre dientes, para sorpresa de Lightning, que se esperaba una reacción menos alegre por su parte.
-Ten en cuenta que era una residencia provisional. Y además llevo siglos viviendo solo; las casas grandes me resultaban… extremadamente vacías. Me sentía mucho más cómodo en un piso como éste. Ser el “Director de la Academia” no tiene que ver; yo actúo en calidad de asesor, la Academia tiene más directores en puestos más importantes que el mío y yo no les quité el puesto al llegar aquí.
-Oficialmente, no. Pero es en ti en quien confía y cree la gente, Hope, y eso es lo que te convierte en líder, no el título que ostentas.
-Si tú lo dices… -Hope desvió la mirada con una sonrisa incómoda en los labios.
Ella fue a responder, pero en ese momento sonó un agudo pitido que les sobresaltó. Al mismo tiempo, algo empezó a vibrar en el bolsillo del pantalón gris de Hope.
-Discúlpame… -murmuró sacando el teléfono del bolsillo; echó una mirada al número que aparecía en su superficie y frunció el ceño antes de abrirlo y responder-Director Hope Estheim, del Equipo de Investigación Alfa de la Academia. ¿Qué sucede?
Lightning aguardó en silencio mientras su amigo atendía la llamada, estudiando entretanto la habitación con interés. No podía deducir de qué trataba la conversación porque Hope parecía estar escuchando a su interlocutor sin interrumpirle, pero por la expresión de su rostro, que iba ensombreciéndose poco a poco, supuso que no debían de ser muy buenas noticias.
-Ya veo… Sí, creo que puedo arreglarlo hoy, con algo de tiempo-dijo Hope al cabo de un par de minutos-. Bien, de acuerdo. Voy para allá.-colgó el teléfono y se llevó una mano a la frente exhalando un suspiro resignado.
-¿Malas noticias?-preguntó Lightning preocupada.
-Alguien se ha puesto a trastear en la base de datos de la Academia y ha bloqueado el acceso a los demás archivos-explicó él levantándose, sus cejas fruncidas con fastidio-. Nada que no tenga solución, pero eso significa que me voy a pasar horas peleándome con el ordenador y su protocolo de protección de archivos. Mira que tengo dicho que nadie que no sepa manejar los programas de la Academia toque las bases de datos…
-Entonces, te vas.
-Sí-asintió Hope sin mucho entusiasmo-, pero volveré por la noche. Me sabe fatal tener que irme y dejarte tirada aquí todo el día, pero…
-Ni lo menciones. Eres el Director y tienes que dar ejemplo-Lightning le dio una palmada de ánimo en la espalda a su amigo-. ¿O acaso no te enseñé yo a estar a la altura de las circunstancias?
Hope sonrió tímidamente, pero no respondió a aquella pregunta.
-Descansa y relájate cuanto quieras-el joven se sacó un papel y un lápiz del bolsillo, anotó algo rápidamente en él y se lo entregó-. Aquí tienes mi número de teléfono; llámame si necesitas cualquier cosa. Éste es el código numérico de acceso al piso, por si quieres salir a dar un paseo. Ah, y hay algo de comida en mi bolsa; cuando vuelva, traeré algo para rellenar el frigorífico. Y tienes el cuarto de baño ahí mismo-señaló la puerta corrediza a su derecha-. Yo tengo que irme, o en las oficinas va a montarse un buen lío.
-Vale-repuso Lightning leyendo por encima el papel, y le brindó una sonrisa para animarle-. Que te sea leve, Hope, dentro de lo que cabe.
-Y a ti también, Light-respondió él, que ya salía de la habitación, despidiéndose de ella con un rápido gesto de mano-. Hasta la noche.
Cuando oyó la puerta del piso cerrarse, Lightning se rascó la cabeza y se sentó en la cama, sin saber muy bien qué hacer. Había contado con que Hope se quedara y le enseñara un poco su casa, por sucia que estuviera, y así empezar a asimilar que iba a ser también su casa por un tiempo. Obviamente, sabía que, como Director, no podía hacer caso omiso a emergencias como aquélla, y la joven entendió que, probablemente, sería una situación relativamente frecuente.
Debía de ser agotador para él. Con razón tenía la casa tan desordenada. Aunque Lightning había visto retazos de su vida en la Academia desde Valhalla, no les había prestado la atención debida, pues su mirada había estado siempre prendida en Serah. Ahora empezaba a entender un poco al resto de sus viejos camaradas.
Se preguntó si ella podría hacer algo para echarle una mano. Y entonces se le ocurrió una cosa que podría servir, y así, de alguna forma, devolverle el favor que Hope le había hecho dejándola quedarse en su casa. Sabía que él haría lo imposible para evitarlo, habiéndole dicho que descansara, pero estaba sola y no podía evitar que lo hiciera.
Lightning sonrió, se estiró como un felino y se levantó con decisión. Ciertamente le habría venido bien un descanso, pero ella no era de las que se quedaban quietas cuando había cosas por hacer.
* * *
El sol se había puesto hacía rato cuando Hope salió por fin de las oficinas centrales de la Academia, con una bolsa de tela colgada a la espalda con la comida que había podido conseguir, agotado después de haber pasado largas horas frente al ordenador principal de la red de la institución intentando solucionar el desastre que uno de los científicos había causado al tratar de acceder cuanto antes para no tener que esperar a la llegada del Director y poner en marcha los sistemas de Academia cuanto antes. Hope no iba a reprochárselo, pues sus intenciones habían sido buenas, pero el cansancio que se llevaba a casa no era poca cosa.
Hacía frío en la calle. Hope se metió las manos enguantadas en los bolsillos para protegerlas del aire del otoño, y cuando lo hizo, sus dedos rozaron el teléfono que tenía que llevar siempre encima. Frunció el ceño, inquieto, pues había pasado el día sin noticias de Lightning. Suponía que se habría dormido, lo cual era lógico, pero aun así no podía evitar preguntarse si estaría bien.
Sacudió la cabeza, apartando aquella idea de su mente. Claro que estaría bien; estaba hablando de Lightning, después de todo. Seguro que se las arreglaría perfectamente en Academia.
Llegó al edificio donde se hallaba su piso tras un pequeño paseo, y mientras el ascensor ascendía caviló sobre cómo arreglar su casa lo más pronto posible para hacer más grata la estancia de Lightning. Y también la suya, por supuesto, pero en aquel momento se sentía responsable de su amiga.
Era curioso, pensó al llegar frente a la puerta del piso y marcar el código, porque cuando se conocieron había sido ella quien le había cuidado y protegido. Aunque Lightning no era de las personas que más protección necesitaba, claro…
Todavía seguía perdido en sus pensamientos cuando entró a la casa y encendió las luces. Era una luz tenue, suave, que le ayudaba a permanecer tranquilo en medio de su trabajo y su soledad. Pero la débil luz blanquecina era suficiente para revelar que, repentinamente, todo el polvo y la suciedad que había visto aquella mañana había desaparecido.
Hope se quedó de piedra, mirando a su alrededor como si fuera la primera vez que veía una casa limpia. Avanzó unos pasos con cautela, con los ojos abiertos de par en par. Echó una rápida mirada a la cocina y descubrió que incluso los utensilios de cocina habían sido limpiados a conciencia. Los libros y papeles del salón seguían en el suelo, pero apilados de manera ordenada en un rincón; nada que ver con, según su padre solía decir cuando él aún estudiaba en la Academia, el vórtice de entropía que aparecía allá donde él se establecía.
Entonces fue cuando, al acercarse al salón, descubrió a Lightning tendida en el sofá, en apariencia profundamente dormida. Las piezas encajaron, y Hope exhaló un suspiro tan resignado como agradecido.
Dejó la bolsa de la comida en el sillón que tenía al lado, se agachó al lado del sofá y la observó en silencio con una suave media sonrisa dibujada en sus labios. En el rostro de Lightning se reflejaba el cansancio que sin duda le había causado limpiar toda la casa. Dormida parecía inusitadamente frágil y delicada, nada que ver con su habitual aura de fuerza y determinación.
Al cabo de un minuto, Hope tocó a su amiga en el hombro suavemente para despertarla.
-Light…
Ella resopló, y sus párpados temblaron antes de que sus ojos azules aparecieran tras ellos. Movió la cabeza en dirección a él y frunció levemente el ceño.
-Hola, Hope… -murmuró, y bostezó-¿Qué tal el día?
-Nada demasiado interesante-el joven se encogió de hombros, y le dirigió una mirada seria a Lightning-. No tenías por qué hacer esto, Light.
-Quizá-repuso su amiga, incorporándose-. Pero tampoco tenía nada mejor que hacer. Y ya que tú me haces el favor de acogerme, lo justo es que yo te lo devolviera de alguna forma.
Hope ladeó la cabeza. No sabía si sentirse exasperado o no, pero sí sabía lo mucho que significaba el gesto de Lightning para él.
-Yo no lo hice con la condición de que me devolvieras el favor, pero…
-Es lo justo-repitió Lightning. Se sentó en el sofá y le miró casi burlona-. Además, cuando Serah y yo vivíamos juntas, yo era la que me encargaba de las tareas de la casa. Para mí no es una molestia.
Durante un momento, él siguió en silencio. Pero, finalmente, sonrió.
-Ya sabes lo que pienso de hacerte trabajar en mi casa-dijo sin embargo-. No me deja en muy buen lugar como anfitrión.
-No me has hecho trabajar, Hope, lo he hecho por voluntad propia. No le des más vueltas, ¿quieres? Si vamos a convivir bajo el mismo techo, aunque sea por un tiempo, tendrás que olvidarte de ser anfitrión.
-Bueno… -Hope se rascó la cabeza-¿Puedo al menos hacer de anfitrión y ofrecerte una cena decente?
Lightning negó con la cabeza.
-No hace mucho que comí algo de lo que trajiste. Ahora lo único que me apetece es dormir, así que guárdate tus dotes de cocinero para mañana. Creo que me vendrá mejor que hoy.
-Ah, es verdad, me olvidaba-murmuró Hope metiéndose la mano en el bolsillo, sacó un pedazo de papel doblado y satinado y se lo dio a su amiga-. Es un mapa de Academia. Te he marcado el cuartel de la Guardia, te será más fácil encontrarlo así que con las señales de la ciudad.
-Gracias-repuso ella, y se lo guardó en la chaqueta antes de levantarse del sofá-. Yo me voy a dormir en cuanto me cambie. Por cierto, me he dado cuenta de que sólo tienes un dormitorio, ¿no?
-Ah… Bueno, sí-las mejillas de Hope se tiñeron de un suave tono escarlata-, pero no te preocupes por eso… Tenía pensado que tú durmieras en mi cuarto, y yo lo haré en el sofá.
-¿Todo el tiempo que esté yo aquí?-Lightning alzó una ceja-Eso es una estupidez. Yo creo que hay sitio para los dos.
El rubor de Hope se hizo aún más intenso.
-Pero, Light… ¿Estás… estás segura?
-¿Qué pasa? No me digas que te da vergüenza dormir conmigo. Cuando viajábamos juntos no tenías tantos reparos.
-Sí, pero… -el joven Director no sabía cómo decirlo-Las cosas… han cambiado un poco desde entonces…
Parecía que los apuros de Hope le hacían gracia a Lightning, a juzgar por su expresión.
-No seas crío, Hope. Sólo porque hayas crecido no tienes por qué pasarte semanas durmiendo en el sofá de tu propia casa porque yo esté aquí. Tú no vas a tolerar que yo lo haga y yo no voy a tolerar que tú lo hagas, ¿entendido?-Hope suspiró, todavía ruborizado-Bien, pues me voy a dormir. ¿Tú qué vas a hacer?
-Supongo que meteré la comida que he traído en el frigorífico, comeré algo rápido y también me iré a dormir. Mañana voy a tener bastante trabajo que hacer.
Lightning asintió.
-Si necesitas entrar en tu cuarto, llama primero, ¿vale?
-Pues claro, eso no hace falta ni que lo digas.
-Nunca está de más.-sonrió la joven ex soldado, burlona. Giró sobre sus talones y se encaminó hacia la puerta del dormitorio, la abrió y la cerró tras ella, dejando a Hope allí de pie, aún incapaz de reaccionar ante la incomodidad de la situación que se cernía sobre él.
Lightning tenía razón, tendría que acostumbrarse a su presencia continua en la casa como algo natural. Al fin y al cabo, no sería para siempre. Pero eso era más fácil decirlo que hacerlo, por supuesto, se dijo el azorado Director de la Academia mientras comía un pedazo de pan con queso sentado en uno de los sillones del sofá después de unos minutos.
Además, ellos eran amigos. Hope jamás daría un paso en falso con Lightning, eso lo tenía claro. Prefería volver a enfrentarse a Baldanders antes que traicionar la confianza de su amiga.
Suspiró de nuevo, resignado, apagó la luz del resto de la casa y llamó a la puerta del dormitorio con los nudillos, tal y como Lightning le había pedido que hiciera.
-Pasa.-respondió su voz desde dentro.
Él lo hizo, no sin dudar un instante. Pero Lightning había encendido la pequeña lámpara de la mesilla y ya se había metido entre las sábanas; por lo que Hope podía ver, llevaba una holgada camiseta rojiza de manga larga. Estaba despierta, pero se le notaba el cansancio en la cara, enmarcada por su cabello rosado.
-¿Te he despertado?
-Qué va. No me duermo tan fácilmente.
-No sé si te gustará dormir conmigo entonces-comentó Hope sacando una camisa blanca y unos amplios pantalones grises de la cómoda-. Mi padre decía que tengo el sueño muy inquieto.
Lightning se encogió de hombros mientras su amigo entraba en el cuarto de baño para cambiarse.
-Mientras no me des ningún golpe cuando estoy durmiendo…
Al cabo de poco, Hope salió con el uniforme de la Academia cuidadosamente doblado en los brazos, y lo colocó sobre la cómoda. Miró inseguro a Lightning y después al espacio que ella había dejado para que él cupiera también.
-Hope, no te voy a morder.-le dijo la joven con cierto sarcasmo al captar la mirada de su amigo. Él puso los ojos en blanco y se sentó en el borde de la cama, retorciendo inconscientemente la muñequera amarilla de tela que nunca se quitaba, pese a no llevar guantes.
Harta de su indecisión, Lightning tiró del hombro de Hope y prácticamente le hizo comerse la almohada cuando básicamente obligó al joven a recostarse sobre el colchón.
-Vale, vale, ya está bien-refunfuñó él frotándose el hombro; estaba seguro de que la fuerza de Lightning le había dejado marca incluso a través de la tela de la camisa. Se cubrió con las sábanas, procurando no rozar a su amiga-. Ya estoy aquí, ¿contenta?
Ella rió entre dientes.
-Puede que ahora seas mayor que yo, Hope, pero en algunas cosas sigues siendo el chavalín asustado que conocí hace tanto tiempo durante la Purga.
-¿Cómo se supone que debo tomarme eso?-replicó Hope alzando las cejas.
-Tómatelo como quieras-sonrió Lightning, adormilada, y apagó la luz de la mesita-. Buenas noches, Hope.
La súbita oscuridad pilló por sorpresa a Hope, que no se esperaba que ella diera por terminada la conversación de forma tan brusca. Aunque era cierto que estaba agotada y que ya le había dicho que lo que quería era dormirse cuanto antes.
-Buenas noches, Light.-respondió, obteniendo sólo un vago gruñido como respuesta.
Cuando se giró para buscar una mejor posición, con extrema cautela para mantener las distancias con Lightning, Hope se dio cuenta del suave olor que despedía la almohada. Era agradable, fresco y limpio. ¿Sería cosa de su amiga? Desde luego, había puesto mucho empeño en hacer que la casa pareciera habitable y acogedora.
“Debe de echar de menos un hogar donde vivir”, pensó el joven, apesadumbrado. “Un lugar donde se sienta segura y en paz. Supongo que en eso coincidimos…”
Le llegaba el suave, pausado sonido de la respiración de Lightning a su lado. Resultaba sorprendentemente reconfortante. Por una vez, Hope no se sintió tan solo como todos aquellos años en los que las noches sólo le acompañaba el implacable silencio.
Sonriendo para sí, el joven Director de la Academia cerró los ojos.
“Puede que, después de todo, al final pueda considerar Academia mi verdadero hogar.”

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