El viaje desde Nueva Bodhum hasta
Academia, la más importante de las ciudades de la periferia del antiguo
emplazamiento del Nido, no era excesivamente largo, pero aun así les llevó unas
cuantas horas alcanzar la capital en aquella vetusta nave. Claro que la
tecnología de Nova Chrysalia no era ni la sombra de lo que la Academia había
llegado a inventar en su época dorada.
Por eso, cuando al fin la metrópolis
apareció en el horizonte, el cielo ya empezaba a mostrar los tintes rosados del
amanecer. Hope observaba adormilado el paisaje por la pequeña ventana; a su
lado, Lightning se había quedado dormida desde hacía largo rato, y su cabeza
había encontrado un punto de apoyo en el hombro de su amigo.
-Director-dijo el piloto desde el
asiento delantero; Hope alzó la cabeza parpadeando para despejarse-, estamos
llegando a Academia. ¿Dónde debemos aterrizar?
-Inténtalo en la plataforma más
cercana a las oficinas centrales de la Academia-repuso Hope sonriendo sin poder
evitarlo ante la perspectiva de regresar a su antiguo hogar-, si es que sigue
en pie.
El piloto asintió, acelerando y
dirigiendo la nave hacia Academia. Mientras la sobrevolaban, Hope evaluó en
silencio los daños que pudo apreciar; parecía seguir razonablemente intacta, si
bien los años que había permanecido abandonada le habían pasado factura.
Hope suspiró, resignado. Había mucho
por hacer sólo en Academia, y no sería fácil recuperar todo lo que se había
perdido. Contaba con ello, en realidad.
Resultó que la plataforma de
aterrizaje más próxima a las oficinas de la Academia se había venido abajo;
había estado sostenida por unos pilares de acero que requerían un mantenimiento
constante. Por eso el piloto se vio obligado a aterrizar en una plaza un poco
alejada del edificio que presidía la ciudad.
Una vez la nave se hubo posado en el
pavimentado suelo nacarado que había caracterizado a Academia, Hope se irguió
con cuidado en su asiento, sintiendo sus músculos entumecidos al haber pasado
todo el rato sentado y procurando moverse lo menos posible para no molestar a
la agotada Lightning.
-Light-le dijo a su amiga en voz baja,
sacudiéndola suavemente para despertarla-, se acabó la siesta. Ya hemos
llegado.
-Mmpf… -gruñó ella, adormilada; se
separó de él y se frotó los ojos con el dorso de la mano enguantada. Tenía la
mirada un poco perdida y desenfocada a causa del sueño.
-¿Estás bien?-Hope la miraba
preocupado-No te has mareado, ¿verdad?
-Claro que no… -replicó Lightning con
la voz algo ronca-Sólo estoy cansada. Pero me espabilaré enseguida.
Aunque Hope no estaba del todo seguro,
asintió sin discutir. Sabía que a Lightning no le gustaba nada que se pusiera
su fortaleza en tela de juicio.
Le tendió la mano para ayudarla a
incorporarse, pero ella la rechazó y lo hizo por sí misma. Sus pasos eran un
tanto vacilantes, por lo que Hope se mantuvo cerca de su amiga por si acaso
perdía el equilibrio.
Al bajar de la nave, el piloto, que
había dejado su asiento para revisar los motores, se acercó a ellos.
-Todo en orden, Director. La nave no
ha sufrido ningún daño.
Aquella nave era vieja y una de las
pocas que habían quedado intactas después de la transformación de Nova
Chrysalia. Hope no había tenido más remedio que recurrir a ella, pero se había
temido que el trayecto fuera demasiado para aquel vetusto vehículo.
-Muy bien… En ese caso, haz un rastreo
por la zona-decidió Hope-, por si encuentras algún superviviente más. Cuando
vuelvas, revisa la nave y asegúrate de que la dejas en buenas condiciones.
-Como usted diga, Director-el piloto
hizo el gesto respetuoso dirigido a los científicos más importantes de la
Academia; acto seguido le dedicó una cortés inclinación de cabeza a Lightning-.
Señorita… -y regresó al interior de la nave.
Lightning frunció el ceño. Ella había
sido sargento de la Guardia y no estaba en absoluto acostumbrada a que la
llamaran “señorita”. Y no estaba segura de si le gustaba o no.
-¿Vamos?-preguntó Hope, sonriente,
cargándose su bolsa de viaje y la de Lightning a la espalda.
-Sí, pero… ¿puedes tú solo con esas
bolsas? Yo puedo llevar la mía.
-Tranquila, ya lo hago yo-Lightning
fue a replicar, pero él se le adelantó:-. Ya sé que tú puedes, pero es tu
primera visita a Academia. Curiosea cuanto quieras, yo la conozco de sobra.
Lightning no estaba muy de acuerdo,
pero tenía que agradecer el detalle de su amigo. Aunque no lo pareciera, tenía
el sueño profundo, máxime cuando se le acumulaba el cansancio, y aún tardaría
un poco en despejarse por completo.
Ambos avanzaron sin prisa por las
avenidas de Academia, en dirección a las oficinas centrales, bajo la luz del
amanecer. Los ojos azules de Lightning recorrían la ciudad con una chispa de
fascinación que a Hope le recordó la primera vez que los suyos atisbaron una
primera visión de la colosal Academia, largo tiempo atrás. No era ninguna
novedad que la gente se quedara maravillada ante la inmensa metrópolis que él
había proyectado hacía siglos, pero fue la admiración de Lightning lo que hizo
que el Director de la Academia se sintiera especialmente satisfecho.
-¿Te gusta?-le preguntó cuando pasaron
junto a uno de los parques más hermosos de la ciudad. Estaba descuidado y lleno
de malas hierbas, pero aún mantenía cierta belleza de antaño.
-Sí-sonrió Lightning-. Debo de parecer
una pueblerina aquí. Ya sabes que me crié en Bodhum.
-Bodhum era una ciudad, y bastante
popular en época de vacaciones, si no recuerdo mal. Cuando yo estuve allí,
apenas se podía dar un paso dependiendo de qué calles.
-Pero no era más que un pueblo de
cuatro gatos en comparación con Edén o, sin ir más lejos, Palumpolum. A ti, que
eres un urbanita, te dará igual, pero yo, que ya me quedé de piedra al ver
Luxerion…
Hope se echó a reír sin poder
evitarlo.
-¿“Urbanita”?-repitió, divertido-No te
negaré que me he pasado más de media vida en ciudades grandes, pero reconoce
que no me las arreglaba mal cuando teníamos que cazar en la Estepa de Archylte,
por un poner.
-Cierto, y además montabas un
escándalo mucho menor que Sazh cuando nos perseguía un rey bégimo. Incluso se
te daba mejor que a él montar chocobos.
Así, recordando sus aventuras en el
Gran Paals entre bromas y anécdotas, pronto dejaron atrás las calles de
escaleras y llegaron a una amplia avenida llena de algo que parecían rampas,
sólo que estáticas, inmóviles, tan silenciosas como la ciudad en la que se
hallaban.
Hope dejó escapar un suspiro y se
rascó la cabeza.
-Ésta es la Avenida de la Academia, o
Gran Avenida para abreviar-le contó a Lightning-. Era mucho más impresionante
antes, cuando teníamos el suministro eléctrico a pleno rendimiento.
-¿Quieres decir que no hay
electricidad?-Lightning abrió mucho los ojos. Con razón la ciudad parecía tan
abandonada.
-De momento, no. Pero confío en que
pronto podamos ponerla en marcha-Hope sonrió y señaló a su derecha cuando
pisaron la Gran Avenida-. Desde allí se pueden hacer muchísimas cosas.
Lightning miró en la dirección que su
amigo le indicaba, y no pudo evitar que un grito ahogado de sorpresa escapara
de sus labios al ver el impresionante edificio, flanqueado por dos agujas, que
se alzaba al final de la calle principal. Daba la impresión de que protegía
toda la ciudad de Academia con su mera presencia.
-¿Son… las oficinas centrales de la
Academia?-inquirió, asombrada-Es… increíble. ¿Cómo lograsteis construir algo
así?
-Paciencia y trabajo en equipo, sobre
todo-Hope se encogió de hombros al tiempo que le hacía un gesto a su amiga para
que siguieran caminando-. De todas formas, no te sabría responder con certeza.
Academia se construyó mientras yo dormía en la cámara del tiempo.
Ella se rió por lo bajo mientras
seguía al joven Director por la Gran Avenida.
-Esa cámara tuya me resultó muy
divertida. Fuiste el único a quien Etro no bendijo con el don de usar los
portales temporales y sin embargo ideaste un sistema propio para viajar en el
tiempo sin envejecer una pizca. A veces pienso que disfrutas burlándote de los
dioses, Hope.
-Tú fuiste quien me enseñó a decidir
mi propio destino-replicó Hope alzando una ceja-, ¿o no fue así? Espero que eso
no implique que ahora te moleste que me “ría” de la Diosa, oh, Campeona de
Etro…
Fue el tono burlón de su amigo lo que
hizo que Lightning se echara a reír. Sabía que Hope tenía un agudo sentido del
humor, pero hasta la fecha nunca lo había sacado a la luz con ella.
Además, había algo que consiguió
reconfortarla en grado sumo: Hope la trataba con respeto, sí, pero eso lo había
hecho desde siempre. No era el respeto y distancia desmedidos que había notado
en sus viejos amigos, incluso en la propia Serah. Quizá tuviera que ver con que
él no había llegado a encontrarse con ella en su esplendor divino como
protectora de la Diosa de la Muerte, pero era el único que seguía siendo el
mismo cuando hablaba con ella.
Lightning se sentía afortunada de
tener un amigo así. No todo el mundo podía decir lo mismo, y mucho menos
después del tremendo peso que ambos habían tenido que soportar.
-¿Dónde vives?-le preguntó cuando pudo
dejar de reír-¿En las oficinas?
-No, aunque lo consideré cuando llegué
aquí. El tiempo que estuve en Academia lo pasé en un piso muy cercano, en esta
misma calle. No estamos muy lejos, sólo tengo que acordarme del número…
Hope recorría la avenida hacia las
oficinas de la Academia con cara de concentración, como siempre que intentaba
recordar algo. Lightning lo siguió en silencio para no molestarle, y así, de
paso, podía observar detenidamente aquella calle tan magnífica. Además, si iba
a volver a unirse a la Guardia, tendría que conocer a la perfección la
disposición de las calles de la ciudad.
Tan absorta estaba en intentar
memorizar las señales que iba leyendo que por poco chocó contra Hope cuando
éste se detuvo bruscamente frente a una puerta, a unos doscientos metros de la
plaza frente a las oficinas de la Academia.
-Aquí es, no hay duda-sonrió Hope
después de examinarla detenidamente-. Veamos si todavía me acuerdo del código…
Lightning aguardó mientras él se
acercaba a la puerta, rozaba con un dedo enguantado una ranura, que desprendió
un fugaz chispazo azulado, y tecleaba algo en un pequeño panel que había al
lado, en la pared. Para su sorpresa, ésta se iluminó y se abrió.
-¿Cómo lo has hecho?-quiso saber la
joven siguiendo a Hope al interior del edificio cuando él la llamó con un
gesto-¿No decías que no había electricidad en la ciudad?
-Y no la hay. Pero podemos suplirla
temporalmente si es necesario-acentuando su sonrisa, Hope chasqueó los dedos,
haciendo saltar una chispa de electricidad en la penumbra-. Fue idea mía,
sabes. Pensé que, en caso de que hubiera algún problema con el sistema
eléctrico, los magos podríamos usar los hechizos de elemento Rayo para activar
la circulación de emergencia.
-Vaya… -comentó una sorprendida
Lightning, y entonces sonrió también-Menos mal que yo también soy maga. No
tendré que recurrir a ti si de repente se corta la corriente.
-Sí, pero un Electro tuyo no es lo
mismo que uno mío-advirtió él, socarrón-. Puede que yo sea un mago de cierto
poder, pero no puedo aspirar a comparar mis dotes con las de una guerrera
divina. Si tienes que activar este sistema alguna vez, ten mucho cuidado con la
energía que gastas o podrías provocar una buena sobrecarga.
Ella se miró las manos, contrariada.
Había regresado a su mundo, sí, pero no había perdido su fuerza divina. Y tenía
la desagradable sensación de que iba a causarle más de un quebradero de cabeza.
Tendría que andarse con mucho ojo para no echar a perder el sistema eléctrico
de toda la ciudad de Academia.
El ascensor se detuvo, revelando un
pasillo de blancas paredes y suelo cubierto por una moqueta azul cuando las
puertas se abrieron. No era especialmente lujoso, ni siquiera amplio. ¿Era allí
donde Hope vivía? A Lightning se le antojaba un lugar anodino para ser la
residencia del venerado Director de la Academia.
Hope se dirigió hacia la puerta más
alejada y aislada del largo corredor, tenuemente iluminado por unos tubos de
neón azulado; una vez frente a ésta, introdujo de nuevo el código numérico en
un panel electrónico y exhaló un suspiro de alivio cuando se encendió una luz
verde sobre el umbral.
-Menos mal, temía que no reconociera
el código después de tantos años-le explicó el joven a Lightning girando el
pomo de la puerta y abriéndola despacio; se apartó un paso, casi con timidez-.
Tú primero, Light.
Lightning dudó un segundo. Algo le
decía que dar un paso a la casa de Hope era sinónimo de dar un paso hacia una
nueva vida totalmente diferente. Lo había intuido cuando su amigo le había
propuesto pasar un tiempo en su casa hasta que encontrara su propio hogar en la
gran ciudad, pero ahora estaba allí y nunca hubiera imaginado que le costaría
tanto adelantar un pie para cruzar una puerta.
Después de todo lo que le había
sucedido, ¿estaba preparada para dar aquel paso?
Dirigió una mirada instintiva,
insegura, a Hope, que seguía de pie en silencio junto a la puerta abierta. Él
le devolvió una mirada tranquilizadora, comprensiva, pero en sus claros ojos
brillaba una chispa de nerviosismo. Comprendió que su amigo se sentía igual que
ella: había pasado muchísimos años completamente solo, en un mundo que no le
había devuelto los esfuerzos que había dedicado para hacerlo mejor, y ahora que
se le brindaba una oportunidad para pasar página no las tenía todas consigo
todavía.
Sin embargo, la suave media sonrisa
que mostraban sus labios decía claramente que él estaría a su lado
incondicionalmente en aquel pequeño paso que ambos estaban iniciando en su vida
en Academia, en un nuevo camino que habían decidido empezar a recorrer juntos.
Cómo se desarrollaría aquel camino, era todavía una incógnita, pero eran un
equipo y habían demostrado ser capaces de, pese a las dificultades, imponerse
al mismo destino.
En aquel momento, Lightning supo que
podía contar con su amigo en las buenas y en las malas, y eso fue lo que le
hizo decidirse.
Contar con la guía de Hope la hacía
sentirse segura.
-Bien.-Lightning respiró hondo y
esbozó una sonrisa un tanto nerviosa, aunque sincera. Así, armándose de un
valor que nada tenía que ver con el que sentía antes de marchar al campo de
batalla, la joven ex soldado cruzó el umbral que separaba su vida pasada de un
futuro incierto y desconocido, pero también prometedor.
“Igual
que sucedió en Nova Chrysalia”, recordó.
Mientras se adentraba en la penumbra
que todavía envolvía el piso de Hope, Lightning no podía evitar asociar aquel
primer contacto con el caótico mundo de Nova Chrysalia, su incertidumbre, su
alerta y aquella brizna de temor ante el ignoto destino que la aguardaba. Era
casi como despertar de un largo sueño de cristal y explorar el nuevo mundo que
se abría ante los lu’Cie que obtenían el don de la eternidad.
“Pero
aquella vez no estuve sola. Confío en que Hope vuelva a guiarme durante el
tiempo que pase en Academia.”
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