Había pasado mucho tiempo para que
aquel momento llegara por fin. Meses, años, siglos… durante los cuales el mundo
entero había estado a punto de desaparecer y echar por tierra toda ilusión y
esperanza.
Pero, contra todo pronóstico, había llegado.
Desafiando al destino, al tiempo y a la mismísima muerte, en un mundo que
apenas acababa de recobrarse de la larga enfermedad a la que el Caos de
Valhalla lo había sometido.
La largamente esperada boda de Serah y
Snow.
Había sido una ceremonia hermosa,
aunque sencilla. No había muchos recursos intactos en el mundo y todo tardaría
largo tiempo en volver a ser como antes. Eso sin contar que habían regresado al
año 500 d. H., después de la caída del Nido, y Bhunivelze ya no flotaba en el
cielo del Gran Paals.
Por fortuna, Nueva Bodhum seguía en
pie, y aunque había crecido desde su construcción, como era lógico, seguía
siendo una pequeña aldea costera tranquila y apacible. La antigua casa de NORA
se había mantenido, y a pesar de todos los años que habían pasado, la pareja
regresaría de nuevo a su hogar.
No muchas personas acudieron al
enlace, sólo las personas más próximas a los novios. Snow, vestido con un traje
con corbata que le sentaba como a un santo dos pistolas, había llegado primero
al altar, dispuesto bajo una carpa en la playa bajo un sol radiante, junto a su
padrino, Sazh, que se había ofrecido a hacerlo ante la negativa de Hope, pues
según él Snow necesitaría a alguien con cierta experiencia en las bodas para
que todo saliera a pedir de boca, y Sazh había sido un hombre casado tiempo
atrás. Si por Snow hubiera sido, le hubiera pedido a alguno de sus amigos de
NORA que fuera su padrino, pero hacía siglos que habían muerto. Al fin y al
cabo, estaban en el año 500 d. H., y además, post-apocalíptico.
Así pues, Sazh estaba en primera fila
con traje y pajarita, acompañado por su hijo, el pequeño Dajh, y con la cría de
chocobo, Chocolina, revoloteando alegremente alrededor del impaciente y
emocionado Snow. Un poco más allá, Lightning, en calidad de dama de honor de
Serah, aguardaba el momento en el que su hermana apareciera por fin con Hope
sentado a su lado, acompañándola especialmente en aquel día tan importante para
ella y para Serah.
Finalmente Serah apareció, y la espera
mereció la pena por el simple hecho de poder verla. Llevaba un vestido del
blanco más puro, sencillo pero decorado de forma que pareciera que su delgado
cuerpo estaba cubierto de plumas. Parecía un ángel recién bajado de los cielos,
y quizá tuviera que ver el hecho de que la joven había regresado victoriosa de
su aventura por los inciertos caminos de la muerte. Dado que Lightning y Serah
no tenían padre que pudiera llevarlas al altar, quien conducía a Serah del
brazo hacia su futuro esposo era Noel, el joven cazador, que había accedido a
ello a instancias de Serah y el propio Snow. Se había mostrado muy reticente en
un principio a acudir a la boda, pero en aquel momento se le veía contento y
sonriente, aunque un poco melancólico.
Una vez Serah llegó junto a Snow, la
ceremonia dio comienzo. Los novios hicieron sus votos, Lightning y Sazh les
hicieron entrega de los anillos que se intercambiaron tras jurarse amor y
lealtad eternos, y entonces el sacerdote que presidía la unión rogó a la Madre
Diosa Muin que bendijera el imperecedero vínculo que se creaba entre Serah y
Snow, declarándoles marido y mujer. Los recién casados se besaron bajo una
salva de entusiastas aplausos y felicitaciones.
Lightning también aplaudía,
emocionada. Pero en sus ojos azules brillaba una chispa de tristeza.
Después llegó el banquete, el baile,
la celebración… La alegría de Serah y Snow era contagiosa y llenaba el ambiente
con su dicha y regocijo, por lo que todos los invitados participaban de la
felicidad de la pareja.
Todos, excepto Lightning.
La joven ex soldado se había retirado
discretamente poco después de que finalizara el primer baile entre Serah y
Snow. Había dado un largo paseo por la playa de Nueva Bodhum y, al ponerse el
sol, había terminado por dirigirse al viejo embarcadero y quedarse allí, sola,
perdida en sus pensamientos y con un brillo abatido en sus ojos.
Lo había dado todo por Serah, por
proteger a su hermana, a lo largo de su vida. Ella era lo único que le quedaba,
su único pilar de apoyo. Y ahora ella ya no necesitaba su protección, pues Snow
se encargaría de que nada le sucediera. Lightning sabía que, por muy burro que
fuera, su devoción hacia su hermana era ciega y visceral.
Por un lado, la tranquilizaba y
alegraba. Por otro, ser consciente de que Serah ya no la necesitaba la estaba
matando por dentro.
Sabía que estaba siendo egoísta, que
debía haber sabido que Serah abandonaría algún día el manto de protección y
seguridad de Lightning y comenzaría a vivir su propia vida. Pero no podía
evitarlo. Serah lo era todo para ella.
¿Cuál sería su camino a partir de
ahora? Se sentía completamente perdida en la vida.
-Hola, Light-dijo de pronto una voz a
su lado; Lightning se volvió, sobresaltada, y descubrió allí a Hope,
observándola con una afable sonrisa-. Me ha costado lo mío encontrarte.
-No quería dejarme encontrar-repuso
ella sonriendo sin ganas-. Ese transmisor que me diste era un chivato.
Hope la miraba con preocupación.
Lightning maldijo para sus adentros: él la conocía demasiado bien para pasar
por alto la tristeza que intentaba enmascarar sin éxito.
-¿Cómo lo llevas?-le preguntó el joven
al cabo de un minuto; Lightning no pudo evitar sorprenderse, una vez más, al
constatar lo bien que había llegado a conocerla su amigo. No había necesitado
preguntarle “qué te pasa” o “estás bien”: Hope sabía qué le pasaba y que no estaba bien.
Se encogió de hombros sin mucho
entusiasmo.
-Sobreviviré, supongo. Simplemente
tengo que hacerme a la idea de que la misión de mi vida ha llegado a su fin.
-Pero no es tan fácil decirlo que
hacerlo-replicó Hope con gravedad-, ¿verdad?
Ella suspiró, apesadumbrada. Había
dado en el clavo, y de qué manera.
-No-musitó, cerrando los ojos a la luz
del ocaso-. No lo es.
Sentía sus manos temblar levemente. Se
cruzó de brazos para intentar disimularlo; no quería quedar como una idiota, y
mucho menos delante de Hope. Su propio orgullo, que no era poco, se lo impedía.
Pero, una vez más, subestimó a su
amigo. Hope se acercó a ella y la rodeó con sus brazos, con suavidad, con la
calidez de una sincera y visceral amistad. Lightning no se resistió, y apoyó la
cabeza en su hombro. Su proximidad ahuyentaba el horrible frío que se había
alojado en su corazón ante la posibilidad de perder a su hermana. Era la misma
sensación que había tenido cuando, al reencontrarse con él, la joven lloró
amargamente la muerte de Serah y Hope intentó consolarla con uno de sus
profundos y sinceros abrazos.
Pocas cosas podían consolarla cuando
se planteaba la pérdida de Serah. Un abrazo de Hope era una de ellas. El abrazo
de un buen amigo.
-Sabes que Serah será feliz-le dijo
Hope al oído al cabo de un minuto-. Puede que Snow vaya a su rollo y no
distinga un bégimo de un adamanquelís, pero hará todo lo que esté en su mano y
más para que Serah sea feliz. Comprendo que te preocupe, pero Serah sabe
cuidarse. Y ahora ya no morirá por ser Oráculo.
-Eso ya lo sé, Hope. No necesito que
tú me lo digas. Sé que Serah será feliz junto a Snow… Por quien sufro es por
mí.-respondió Lightning tras vacilar un instante. Sintió el cuerpo de Hope
ponerse momentáneamente tenso.
-¿Qué? ¿Por qué?-los claros ojos
verdes de su amigo brillaron desconcertados.
Ella no tenía ganas de ponerse a
explicarle sus dudas e incertidumbres, pero sabía que no se las confesaría a
nadie más que no fuera Hope. Ni siquiera a Serah.
-Si ya no me corresponde a mí proteger
a Serah… dime, ¿qué me queda? He derrocado a los fal’Cie, he sido la Campeona
de Etro, he luchado contra el Guardián del Tiempo, he conseguido salvar el
mundo de la absoluta destrucción en sólo trece días. Y, ¿para qué?-Lightning
tembló-No sé qué hacer con mi vida, Hope. Me siento… perdida. Sin ningún camino
que seguir ni un objetivo que cumplir.
Hope entornó los ojos. Comprendía
perfectamente a su amiga, pues él se había sentido así en numerosas ocasiones,
cuando la desesperanza le había vencido.
-Podrías vivir.-respondió con
sencillez. Ella se rió entre dientes, sin ganas.
-¿Sin más? ¿Sin nada por lo que
luchar? Eso no conseguiría sostenerme.
-Seguir vivo a pesar de todo no es
poca cosa… -objetó Hope esbozando una agridulce media sonrisa-Lo sé por
experiencia.
-Tú has permanecido en este mundo. Has
seguido siendo un mortal durante todos los siglos que han pasado. Pero ¿yo? Me
hicieron una guerrera casi divina y ahora ya no hay batallas que librar para
mí. No tengo adónde ir.-la voz de Lightning se tiñó de angustia. A Hope le
dolía sobremanera verla así. Aquél debía ser un día feliz para las hermanas
Farron, no el inicio de una crisis existencial para la mayor de ellas.
-¿No tienes adónde ir?-repitió el
joven Director de la Academia-Sin duda Serah y Snow te acogerán de buen grado
en su casa, Light. Es tu hermana, y que se haya casado no te deja a ti de lado.
Lightning sacudió la cabeza.
-No puedo hacer eso. Serah y Snow
necesitan su espacio y su intimidad, y yo no pienso ser una mantenida. Además,
ya han decidido acoger a Noel con ellos. Y no dudo que Noel se siente todavía
más perdido en el mundo que yo.
Hope no sabía qué responder a aquello.
Percibía el dolor de Lightning con hiriente intensidad. En cierto modo era una
crueldad haberla traído de vuelta a un mundo que la había olvidado durante
siglos. Se había pasado trece días hablando con ella casi ininterrumpidamente,
aprendiendo cada día algo nuevo de su amiga, pero momentos como aquél le
demostraban que aún le quedaba mucho por conocer de Lightning Farron. Su
inseguridad era una de ellas.
“No
sabes cuánto detesto verte sufrir”, pensó el joven estrechándola
suavemente, sintiéndose un completo inútil. “Ojalá
pudiera hacer algo más por ti…”
Y entonces se le ocurrió una idea. Tan
osada y atrevida que estuvo tentado de descartarla tan pronto como acudió a su
mente, pero algo en su interior le impedía hacerlo.
Podría funcionar. Por absurdo que
pareciera, podría funcionar.
El único problema era reunir el valor
suficiente para proponérselo a Lightning.
-Err… ¿Light?-empezó Hope, maldiciendo
para sus adentros la traición de sus nervios, que hacían que se le trabara la
lengua como al crío de catorce años que fue una vez; ella alzó la cabeza y se
separó un poco de él-Si… si no tienes adónde ir… y no tienes planes… ¿Puedo
hacerte… una propuesta?
Lightning alzó una ceja.
-¿Una propuesta? ¿De qué tipo?
Hope respiró hondo, intentando
calmarse. Odiaba ser tan tímido y poco elocuente en aquellas situaciones. Y con
Lightning le pasaba muy a menudo.
-Podrías… podrías venirte a Academia
conmigo.
La sorpresa de Lightning se reflejó en
sus ojos, todavía acuosos, que se abrieron como platos.
-¿Qué?
-Quiero decir… -Hope intuía que su
amiga le había entendido mal. En realidad, no le había entendido mal, pero eso
era lo que él quería evitar-Allí es donde la Guardia tiene más actividad. Hay
mucho que hacer, poco efectivos… Me dijiste el otro día que te gustaría volver
a unirte… Yo no tengo inconvenientes en que te quedes un tiempo en mi casa…
hasta que encuentres una casa allí, por supuesto-explicó el joven
apresuradamente, sonrojándose hasta las orejas-. Pero si no quieres… Lo
entiendo, no pasa nada…
-Espera-le interrumpió Lightning,
todavía atónita-. ¿Me estás ofreciendo irme a vivir contigo? ¿A tu casa?
-Sólo temporalmente-se apresuró a
aclarar Hope, consciente de lo que podían implicar sus palabras-. Hasta que tú
puedas costearte una.
Lightning se mordió el labio inferior,
indecisa. La propuesta la había pillado totalmente por sorpresa. Sabía que Hope
no era de la clase de personas que se aprovecharía de ella por verla en
semejante estado, y además confiaba ciegamente en él. Pero nunca se habría
esperado algo así viniendo de él.
-Oye, Hope… -repuso la joven desviando
la mirada-Si me estás diciendo esto porque te doy lástima o algo así… no hace
falta. No quiero causarte ningún problema.
-En absoluto-replicó él al instante,
negando con la cabeza-. Te dije que no iba a dejarte tirada en la calle si
puedo evitarlo, ¿recuerdas? Te lo estoy ofreciendo porque… bueno, somos amigos,
¿no? Y los amigos están ahí pase lo que pase. Pensé que, a lo mejor… no sé,
podría intentar ayudarte.
Hubo un silencio. La luz rojiza del
sol poniente se reflejaba sobre el mar.
Entonces, poco a poco, una genuina
sonrisa se dibujó en los labios de Lightning.
-Nunca podría pagarte toda la ayuda
que me has prestado hasta la fecha, Hope-hizo notar la joven, y golpeó con el
dedo índice la frente de Hope, como había sido costumbre entre ellos durante su
tiempo como lu’Cie-. Pero en fin, la aceptaré una vez más. Acepto su propuesta,
Director.
Hope parpadeó, incrédulo ante lo que
acababa de oír.
-¿Lo dices en serio?
-¿Cuándo no voy yo en serio?
El rostro de su amigo, rodeado por
aquellos mechones de cabello plateado, se iluminó como una estrella al esbozar
la sonrisa más sincera que Lightning jamás había visto. Incapaz de contenerse,
abrazó a la joven con fuerza, riendo suavemente de pura alegría.
-Eh, eh, tampoco te pases-rió ella a
su vez, tratando de sonar seria sin éxito-. Esto es sólo temporal, ¿no es eso
lo que me has dicho?
-Sí, sí, ya lo sé. Perdona, es que…
-Hope se separó de ella sin dejar de sonreír como un chiquillo-Llevo tanto
tiempo solo que la idea de tener compañía, aunque sólo sea por un tiempo…
-sacudió la cabeza-Me cuesta imaginármelo.
-Ya somos dos-bromeó Lightning-.
Bueno, entonces… ¿cuándo tienes pensado volver a Academia?
Él se lo pensó un poco, con los ojos
fijos en el crepúsculo.
-Esta misma noche. Hay mucho que hacer
allí, sabes… Volver a poner en marcha la Academia, organizar recursos, víveres…
Cuidar de los refugiados… Soy el Director-se volvió con cierto gesto de
disculpa hacia Lightning-. No puedo eludir mis responsabilidades, y ahora que
ya no tenemos el Nuevo Nido, mucho menos.
-Lo entiendo-asintió ella, que sabía
lo que implicaba una posición de poder-. De acuerdo, nos iremos cuando tú
consideres.
-¿Esta noche?-Hope alzó las
cejas-Pensé que querrías quedarte al menos un par de días más con Serah… No
hace ni una semana que volvisteis a veros.
-No te creas que no me tienta, pero…
ella y Snow necesitan privacidad ahora que están casados. Esta noche en
especial.-añadió Lightning con una mueca casi pícara.
-Oh. Por supuesto-comentó Hope,
divertido-. Lo olvidaba. Está bien, en ese caso, no nos marcharemos muy tarde.
Ya tendrán suficiente con preocuparse dónde se dejan a Noel para que no les
moleste.
Lightning rió, su risa clara y
cristalina en combinación con el sonido de las olas del mar. Hope deseó no
dejar de oírla nunca, y se prometió a sí mismo que haría lo posible por hacerla
feliz el tiempo que estuvieran juntos.
-Luego se lo diré a Serah. Ahora
dejémosles disfrutar de la fiesta-decidió la joven mirando hacia la carpa
nupcial, donde su hermana y Snow bailaban juntos rodeados por los invitados. Se
sentía lejana a aquella celebración y al mundo en general, como le había
sucedido durante su viaje en Nova Chrysalia para salvar el mundo, pero en ambas
ocasiones Hope estaba a su lado-. Es curioso, ¿verdad?
-¿El qué?-preguntó Hope suavemente.
-Hoy Serah comienza un nuevo camino en
su vida… y yo también. Pero Serah es más lista que yo, ¿verdad? Yo necesito que
alguien me lo muestre, aunque lo tenga delante de mis narices.
Hope ladeó la cabeza y rió con
dulzura. Los últimos rayos del sol iluminaban sus figuras, de pie al lado del
otro, disfrutando del ocaso en compañía del amigo en quien depositarían sin
dudar el cuidado de su propia vida.
-Bueno-observó el joven Director de la
Academia al cabo de un rato-, por eso ella es Serah y tú eres Lightning.
“Y
no sabes lo feliz que me hace poder ser yo quien te muestre ese camino, Light.”
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