domingo, 4 de noviembre de 2012

I. Camino



Había pasado mucho tiempo para que aquel momento llegara por fin. Meses, años, siglos… durante los cuales el mundo entero había estado a punto de desaparecer y echar por tierra toda ilusión y esperanza.
Pero, contra todo pronóstico, había llegado. Desafiando al destino, al tiempo y a la mismísima muerte, en un mundo que apenas acababa de recobrarse de la larga enfermedad a la que el Caos de Valhalla lo había sometido.
La largamente esperada boda de Serah y Snow.
Había sido una ceremonia hermosa, aunque sencilla. No había muchos recursos intactos en el mundo y todo tardaría largo tiempo en volver a ser como antes. Eso sin contar que habían regresado al año 500 d. H., después de la caída del Nido, y Bhunivelze ya no flotaba en el cielo del Gran Paals.
Por fortuna, Nueva Bodhum seguía en pie, y aunque había crecido desde su construcción, como era lógico, seguía siendo una pequeña aldea costera tranquila y apacible. La antigua casa de NORA se había mantenido, y a pesar de todos los años que habían pasado, la pareja regresaría de nuevo a su hogar.
No muchas personas acudieron al enlace, sólo las personas más próximas a los novios. Snow, vestido con un traje con corbata que le sentaba como a un santo dos pistolas, había llegado primero al altar, dispuesto bajo una carpa en la playa bajo un sol radiante, junto a su padrino, Sazh, que se había ofrecido a hacerlo ante la negativa de Hope, pues según él Snow necesitaría a alguien con cierta experiencia en las bodas para que todo saliera a pedir de boca, y Sazh había sido un hombre casado tiempo atrás. Si por Snow hubiera sido, le hubiera pedido a alguno de sus amigos de NORA que fuera su padrino, pero hacía siglos que habían muerto. Al fin y al cabo, estaban en el año 500 d. H., y además, post-apocalíptico.
Así pues, Sazh estaba en primera fila con traje y pajarita, acompañado por su hijo, el pequeño Dajh, y con la cría de chocobo, Chocolina, revoloteando alegremente alrededor del impaciente y emocionado Snow. Un poco más allá, Lightning, en calidad de dama de honor de Serah, aguardaba el momento en el que su hermana apareciera por fin con Hope sentado a su lado, acompañándola especialmente en aquel día tan importante para ella y para Serah.
Finalmente Serah apareció, y la espera mereció la pena por el simple hecho de poder verla. Llevaba un vestido del blanco más puro, sencillo pero decorado de forma que pareciera que su delgado cuerpo estaba cubierto de plumas. Parecía un ángel recién bajado de los cielos, y quizá tuviera que ver el hecho de que la joven había regresado victoriosa de su aventura por los inciertos caminos de la muerte. Dado que Lightning y Serah no tenían padre que pudiera llevarlas al altar, quien conducía a Serah del brazo hacia su futuro esposo era Noel, el joven cazador, que había accedido a ello a instancias de Serah y el propio Snow. Se había mostrado muy reticente en un principio a acudir a la boda, pero en aquel momento se le veía contento y sonriente, aunque un poco melancólico.
Una vez Serah llegó junto a Snow, la ceremonia dio comienzo. Los novios hicieron sus votos, Lightning y Sazh les hicieron entrega de los anillos que se intercambiaron tras jurarse amor y lealtad eternos, y entonces el sacerdote que presidía la unión rogó a la Madre Diosa Muin que bendijera el imperecedero vínculo que se creaba entre Serah y Snow, declarándoles marido y mujer. Los recién casados se besaron bajo una salva de entusiastas aplausos y felicitaciones.
Lightning también aplaudía, emocionada. Pero en sus ojos azules brillaba una chispa de tristeza.
Después llegó el banquete, el baile, la celebración… La alegría de Serah y Snow era contagiosa y llenaba el ambiente con su dicha y regocijo, por lo que todos los invitados participaban de la felicidad de la pareja.
Todos, excepto Lightning.
La joven ex soldado se había retirado discretamente poco después de que finalizara el primer baile entre Serah y Snow. Había dado un largo paseo por la playa de Nueva Bodhum y, al ponerse el sol, había terminado por dirigirse al viejo embarcadero y quedarse allí, sola, perdida en sus pensamientos y con un brillo abatido en sus ojos.
Lo había dado todo por Serah, por proteger a su hermana, a lo largo de su vida. Ella era lo único que le quedaba, su único pilar de apoyo. Y ahora ella ya no necesitaba su protección, pues Snow se encargaría de que nada le sucediera. Lightning sabía que, por muy burro que fuera, su devoción hacia su hermana era ciega y visceral.
Por un lado, la tranquilizaba y alegraba. Por otro, ser consciente de que Serah ya no la necesitaba la estaba matando por dentro.
Sabía que estaba siendo egoísta, que debía haber sabido que Serah abandonaría algún día el manto de protección y seguridad de Lightning y comenzaría a vivir su propia vida. Pero no podía evitarlo. Serah lo era todo para ella.
¿Cuál sería su camino a partir de ahora? Se sentía completamente perdida en la vida.
-Hola, Light-dijo de pronto una voz a su lado; Lightning se volvió, sobresaltada, y descubrió allí a Hope, observándola con una afable sonrisa-. Me ha costado lo mío encontrarte.
-No quería dejarme encontrar-repuso ella sonriendo sin ganas-. Ese transmisor que me diste era un chivato.
Hope la miraba con preocupación. Lightning maldijo para sus adentros: él la conocía demasiado bien para pasar por alto la tristeza que intentaba enmascarar sin éxito.
-¿Cómo lo llevas?-le preguntó el joven al cabo de un minuto; Lightning no pudo evitar sorprenderse, una vez más, al constatar lo bien que había llegado a conocerla su amigo. No había necesitado preguntarle “qué te pasa” o “estás bien”: Hope sabía qué le pasaba y que no estaba bien.
Se encogió de hombros sin mucho entusiasmo.
-Sobreviviré, supongo. Simplemente tengo que hacerme a la idea de que la misión de mi vida ha llegado a su fin.
-Pero no es tan fácil decirlo que hacerlo-replicó Hope con gravedad-, ¿verdad?
Ella suspiró, apesadumbrada. Había dado en el clavo, y de qué manera.
-No-musitó, cerrando los ojos a la luz del ocaso-. No lo es.
Sentía sus manos temblar levemente. Se cruzó de brazos para intentar disimularlo; no quería quedar como una idiota, y mucho menos delante de Hope. Su propio orgullo, que no era poco, se lo impedía.
Pero, una vez más, subestimó a su amigo. Hope se acercó a ella y la rodeó con sus brazos, con suavidad, con la calidez de una sincera y visceral amistad. Lightning no se resistió, y apoyó la cabeza en su hombro. Su proximidad ahuyentaba el horrible frío que se había alojado en su corazón ante la posibilidad de perder a su hermana. Era la misma sensación que había tenido cuando, al reencontrarse con él, la joven lloró amargamente la muerte de Serah y Hope intentó consolarla con uno de sus profundos y sinceros abrazos.
Pocas cosas podían consolarla cuando se planteaba la pérdida de Serah. Un abrazo de Hope era una de ellas. El abrazo de un buen amigo.
-Sabes que Serah será feliz-le dijo Hope al oído al cabo de un minuto-. Puede que Snow vaya a su rollo y no distinga un bégimo de un adamanquelís, pero hará todo lo que esté en su mano y más para que Serah sea feliz. Comprendo que te preocupe, pero Serah sabe cuidarse. Y ahora ya no morirá por ser Oráculo.
-Eso ya lo sé, Hope. No necesito que tú me lo digas. Sé que Serah será feliz junto a Snow… Por quien sufro es por mí.-respondió Lightning tras vacilar un instante. Sintió el cuerpo de Hope ponerse momentáneamente tenso.
-¿Qué? ¿Por qué?-los claros ojos verdes de su amigo brillaron desconcertados.
Ella no tenía ganas de ponerse a explicarle sus dudas e incertidumbres, pero sabía que no se las confesaría a nadie más que no fuera Hope. Ni siquiera a Serah.
-Si ya no me corresponde a mí proteger a Serah… dime, ¿qué me queda? He derrocado a los fal’Cie, he sido la Campeona de Etro, he luchado contra el Guardián del Tiempo, he conseguido salvar el mundo de la absoluta destrucción en sólo trece días. Y, ¿para qué?-Lightning tembló-No sé qué hacer con mi vida, Hope. Me siento… perdida. Sin ningún camino que seguir ni un objetivo que cumplir.
Hope entornó los ojos. Comprendía perfectamente a su amiga, pues él se había sentido así en numerosas ocasiones, cuando la desesperanza le había vencido.
-Podrías vivir.-respondió con sencillez. Ella se rió entre dientes, sin ganas.
-¿Sin más? ¿Sin nada por lo que luchar? Eso no conseguiría sostenerme.
-Seguir vivo a pesar de todo no es poca cosa… -objetó Hope esbozando una agridulce media sonrisa-Lo sé por experiencia.
-Tú has permanecido en este mundo. Has seguido siendo un mortal durante todos los siglos que han pasado. Pero ¿yo? Me hicieron una guerrera casi divina y ahora ya no hay batallas que librar para mí. No tengo adónde ir.-la voz de Lightning se tiñó de angustia. A Hope le dolía sobremanera verla así. Aquél debía ser un día feliz para las hermanas Farron, no el inicio de una crisis existencial para la mayor de ellas.
-¿No tienes adónde ir?-repitió el joven Director de la Academia-Sin duda Serah y Snow te acogerán de buen grado en su casa, Light. Es tu hermana, y que se haya casado no te deja a ti de lado.
Lightning sacudió la cabeza.
-No puedo hacer eso. Serah y Snow necesitan su espacio y su intimidad, y yo no pienso ser una mantenida. Además, ya han decidido acoger a Noel con ellos. Y no dudo que Noel se siente todavía más perdido en el mundo que yo.
Hope no sabía qué responder a aquello. Percibía el dolor de Lightning con hiriente intensidad. En cierto modo era una crueldad haberla traído de vuelta a un mundo que la había olvidado durante siglos. Se había pasado trece días hablando con ella casi ininterrumpidamente, aprendiendo cada día algo nuevo de su amiga, pero momentos como aquél le demostraban que aún le quedaba mucho por conocer de Lightning Farron. Su inseguridad era una de ellas.
“No sabes cuánto detesto verte sufrir”, pensó el joven estrechándola suavemente, sintiéndose un completo inútil. “Ojalá pudiera hacer algo más por ti…”
Y entonces se le ocurrió una idea. Tan osada y atrevida que estuvo tentado de descartarla tan pronto como acudió a su mente, pero algo en su interior le impedía hacerlo.
Podría funcionar. Por absurdo que pareciera, podría funcionar.
El único problema era reunir el valor suficiente para proponérselo a Lightning.
-Err… ¿Light?-empezó Hope, maldiciendo para sus adentros la traición de sus nervios, que hacían que se le trabara la lengua como al crío de catorce años que fue una vez; ella alzó la cabeza y se separó un poco de él-Si… si no tienes adónde ir… y no tienes planes… ¿Puedo hacerte… una propuesta?
Lightning alzó una ceja.
-¿Una propuesta? ¿De qué tipo?
Hope respiró hondo, intentando calmarse. Odiaba ser tan tímido y poco elocuente en aquellas situaciones. Y con Lightning le pasaba muy a menudo.
-Podrías… podrías venirte a Academia conmigo.
La sorpresa de Lightning se reflejó en sus ojos, todavía acuosos, que se abrieron como platos.
-¿Qué?
-Quiero decir… -Hope intuía que su amiga le había entendido mal. En realidad, no le había entendido mal, pero eso era lo que él quería evitar-Allí es donde la Guardia tiene más actividad. Hay mucho que hacer, poco efectivos… Me dijiste el otro día que te gustaría volver a unirte… Yo no tengo inconvenientes en que te quedes un tiempo en mi casa… hasta que encuentres una casa allí, por supuesto-explicó el joven apresuradamente, sonrojándose hasta las orejas-. Pero si no quieres… Lo entiendo, no pasa nada…
-Espera-le interrumpió Lightning, todavía atónita-. ¿Me estás ofreciendo irme a vivir contigo? ¿A tu casa?
-Sólo temporalmente-se apresuró a aclarar Hope, consciente de lo que podían implicar sus palabras-. Hasta que tú puedas costearte una.
Lightning se mordió el labio inferior, indecisa. La propuesta la había pillado totalmente por sorpresa. Sabía que Hope no era de la clase de personas que se aprovecharía de ella por verla en semejante estado, y además confiaba ciegamente en él. Pero nunca se habría esperado algo así viniendo de él.
-Oye, Hope… -repuso la joven desviando la mirada-Si me estás diciendo esto porque te doy lástima o algo así… no hace falta. No quiero causarte ningún problema.
-En absoluto-replicó él al instante, negando con la cabeza-. Te dije que no iba a dejarte tirada en la calle si puedo evitarlo, ¿recuerdas? Te lo estoy ofreciendo porque… bueno, somos amigos, ¿no? Y los amigos están ahí pase lo que pase. Pensé que, a lo mejor… no sé, podría intentar ayudarte.
Hubo un silencio. La luz rojiza del sol poniente se reflejaba sobre el mar.
Entonces, poco a poco, una genuina sonrisa se dibujó en los labios de Lightning.
-Nunca podría pagarte toda la ayuda que me has prestado hasta la fecha, Hope-hizo notar la joven, y golpeó con el dedo índice la frente de Hope, como había sido costumbre entre ellos durante su tiempo como lu’Cie-. Pero en fin, la aceptaré una vez más. Acepto su propuesta, Director.
Hope parpadeó, incrédulo ante lo que acababa de oír.
-¿Lo dices en serio?
-¿Cuándo no voy yo en serio?
El rostro de su amigo, rodeado por aquellos mechones de cabello plateado, se iluminó como una estrella al esbozar la sonrisa más sincera que Lightning jamás había visto. Incapaz de contenerse, abrazó a la joven con fuerza, riendo suavemente de pura alegría.
-Eh, eh, tampoco te pases-rió ella a su vez, tratando de sonar seria sin éxito-. Esto es sólo temporal, ¿no es eso lo que me has dicho?
-Sí, sí, ya lo sé. Perdona, es que… -Hope se separó de ella sin dejar de sonreír como un chiquillo-Llevo tanto tiempo solo que la idea de tener compañía, aunque sólo sea por un tiempo… -sacudió la cabeza-Me cuesta imaginármelo.
-Ya somos dos-bromeó Lightning-. Bueno, entonces… ¿cuándo tienes pensado volver a Academia?
Él se lo pensó un poco, con los ojos fijos en el crepúsculo.
-Esta misma noche. Hay mucho que hacer allí, sabes… Volver a poner en marcha la Academia, organizar recursos, víveres… Cuidar de los refugiados… Soy el Director-se volvió con cierto gesto de disculpa hacia Lightning-. No puedo eludir mis responsabilidades, y ahora que ya no tenemos el Nuevo Nido, mucho menos.
-Lo entiendo-asintió ella, que sabía lo que implicaba una posición de poder-. De acuerdo, nos iremos cuando tú consideres.
-¿Esta noche?-Hope alzó las cejas-Pensé que querrías quedarte al menos un par de días más con Serah… No hace ni una semana que volvisteis a veros.
-No te creas que no me tienta, pero… ella y Snow necesitan privacidad ahora que están casados. Esta noche en especial.-añadió Lightning con una mueca casi pícara.
-Oh. Por supuesto-comentó Hope, divertido-. Lo olvidaba. Está bien, en ese caso, no nos marcharemos muy tarde. Ya tendrán suficiente con preocuparse dónde se dejan a Noel para que no les moleste.
Lightning rió, su risa clara y cristalina en combinación con el sonido de las olas del mar. Hope deseó no dejar de oírla nunca, y se prometió a sí mismo que haría lo posible por hacerla feliz el tiempo que estuvieran juntos.
-Luego se lo diré a Serah. Ahora dejémosles disfrutar de la fiesta-decidió la joven mirando hacia la carpa nupcial, donde su hermana y Snow bailaban juntos rodeados por los invitados. Se sentía lejana a aquella celebración y al mundo en general, como le había sucedido durante su viaje en Nova Chrysalia para salvar el mundo, pero en ambas ocasiones Hope estaba a su lado-. Es curioso, ¿verdad?
-¿El qué?-preguntó Hope suavemente.
-Hoy Serah comienza un nuevo camino en su vida… y yo también. Pero Serah es más lista que yo, ¿verdad? Yo necesito que alguien me lo muestre, aunque lo tenga delante de mis narices.
Hope ladeó la cabeza y rió con dulzura. Los últimos rayos del sol iluminaban sus figuras, de pie al lado del otro, disfrutando del ocaso en compañía del amigo en quien depositarían sin dudar el cuidado de su propia vida.
-Bueno-observó el joven Director de la Academia al cabo de un rato-, por eso ella es Serah y tú eres Lightning.
“Y no sabes lo feliz que me hace poder ser yo quien te muestre ese camino, Light.”

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