El inconfundible sonido de un bostezo rompió el silencio que
se respiraba en el desierto.
-¿Hope?-Lightning se detuvo, frunciendo el ceño.
Segundos después, la voz de su compañero, ligeramente ronca,
le llegó a través del transmisor que llevaba siempre en la oreja.
-Dime.
Aquella respuesta tan escueta, más el bostezo previo, más el
hecho de que Hope llevara largo rato sin apenas hacer ningún comentario cuando
solía pasar casi todo el tiempo hablando con ella, hizo que Lightning
suspirara. Echó un vistazo al cielo; estaba anocheciendo, lo cual significaba
que llevaban ya más de tres días de trabajo coordinado sin pausas de ningún
tipo.
-Estás cansado, ¿verdad?
Hope dejó escapar un gruñido de fastidio.
-Nada serio,
tranquila. Se me pasará.
Lightning llevaba el tiempo suficiente comunicada con Hope
las veinticuatro horas del día como para saber que el método de su amigo para
eliminar el sueño era beber cubos de café y obligarse a continuar en pie hasta
que su cuerpo se acostumbraba al cansancio.
Dadas las circunstancias, Lightning no había insistido en
que se tomara un descanso hasta el momento; necesitaba a su guía, era
perfectamente consciente de que sin él nunca hubiera llegado tan lejos en
aquellas tierras hostiles. Pero si terminaba matando del agotamiento a su único
compañero y ayuda de cámara en semejante misión, ya podían ir olvidándose de
salvar el mundo, o lo poco que quedaba intacto de él.
Ella no necesitaba descansar tanto como Hope gracias a los
dones divinos que había recibido tiempo atrás y no le seducía la idea de gastar
el valioso y escaso tiempo que les restaba en un alto en el camino, pero era
eso o arriesgarse a que su amigo acabara cayendo enfermo.
-Vamos a dejarlo por hoy-decidió la joven-. Buscaré un lugar
donde pasar la noche; tú vete a dormir y descansa un rato.
-Light, tenemos menos
de trece días para impedir una catástrofe. No podemos permitirnos el lujo de parar
sólo porque esté un poco cansado. Además, se está haciendo de noche y estarías
sola en el desierto; sabes de sobra que los monstruos salen a cazar a estas
horas.
-Sé cuidarme de los monstruos, Hope. Puedo dormir a campo
abierto sin grandes problemas, lo sabes. Ya sé que han pasado muchos siglos
desde entonces, pero supongo que recordarás cómo manteníamos a raya a las fieras
del Gran Paals.
-No es lo mismo-replicó
Hope, testarudo-. Éstos son auténticos
engendros. Y algunos han demostrado ser un peligro incluso para ti.
-Pues será cuestión de poner en práctica de nuevo los
hechizos protectores-Lightning se encogió de hombros-. Por tu parte, sólo
desconecta y duérmete.
-Por favor, Light,
esto es mucho más importante que mi horario de sueño. Si pretendes que por
culpa de un descuido mío te pase algo…
Irritada, Lightning alzó un dedo amenazador y lo apuntó
hacia el micrófono del transmisor, que llevaba una pequeña cámara incorporada a
través de la cual Hope podía ver lo mismo que ella veía. Él no podía verle la
cara, pero sí aquel índice señalándole con indiscutible autoridad.
-Hope Estheim-el tono de Lightning no admitía réplica-, vas
a apagar el ordenador, vas a subir las escaleras, vas a entrar en tu cuarto y
te vas a acostar ahora mismo, si no quieres que vaya y lo haga yo misma. Y no
seré ni mucho menos tan comprensiva como ahora.
Hope tardó unos instantes en responder, y cuando lo hizo,
por su voz parecía un poco herido en su orgullo.
-No soy un crío para
que me vengas con ésas.
-Ya sé que no lo eres-repuso Lightning sin suavizar un ápice
el gesto; sabía que, a menos que se mantuviera en su sitio, Hope no se movería
del suyo-. Pero deja de actuar como tal.
Su amigo soltó un bufido resignado.
-Viniendo de ti, no me
sorprendería que vinieras hasta aquí sólo para mandarme a dormir. Pero creía
que ya tenía cierta opinión al respecto…
-Sí, la de no parar hasta caer muerto. Muy inteligente por
su parte, Director-ironizó ella llevándose una mano a la frente-. Sigue así y
pronto te convertirás en el señor héroe Snow.
-No tiene nada que
ver.-protestó Hope, picado.
-Más de lo que tú te piensas. Y ahora, ¿podemos dar por
finalizada la discusión sin que tenga que ir a mandarte a la cama?
Se hizo un largo silencio. Finalmente, Lightning escuchó a
Hope chasquear la lengua, dubitativo.
-Si se tratara de ti,
Light, no me importaría; eres tú la que está ahí fuera, luchando. Yo, en
cambio, paso la mayor parte del tiempo entre cuatro paredes y…
-¿Te piensas que soy de hierro?-cortó Lightning rápidamente;
ya sabía de qué pie cojeaba Hope-No eres el único que necesita recobrar
fuerzas.
-Ah… -la sorpresa
dejó momentáneamente sin palabras a su amigo, que de pronto se vio sin
argumentos para seguir negándose-Bien,
siendo así… De acuerdo, dormiré un poco. Tú ganas, como siempre. Si es que no
se te puede llevar la contraria…
Lightning sonrió, a su pesar. Su último comentario le
recordaba viejos tiempos, al pequeño Hope de su periplo como lu’Cie, hacía
tantísimo tiempo.
-Más te vale que así sea. Sabes que si no te vas a dormir me
enteraré, y no quisiera estar en tu pellejo en ese caso.
Hope no pudo evitar reír entre dientes.
-¿Además de diosa
guerrera, elegida de Etro y Liberadora de Almas eres criptovidente?
-No necesito criptovisión cuando mi objetivo miente
pésimamente mal.
La noche había caído hacía largo rato sobre las suaves y
etéreas dunas doradas del desierto, que bajo la pálida luz que se filtraba a
través de las nubes parecían despedir destellos plateados.
Lightning había encontrado un hueco en una gran roca que la
ocultaba en razonable medida de los hostiles ojos y colmillos de los monstruos,
pero por si acaso había dispuesto a su alrededor una serie de protecciones
mágicas como Coraza, Escudo y Velo. Había apoyado la espalda en la áspera
piedra, con su espada en su regazo, disfrutando del silencio nocturno.
No tenía sueño, pero le venía bien relajarse un poco después
de la presión a la que tanto ella como Hope se habían visto sometidos los
primeros días después de conocer el aciago destino que se cernía sobre el
mundo.
Ya hacía rato que Hope debía de estar durmiendo. Desde
aquella última conversación no habían vuelto a hablar, y viniendo de él era
señal inequívoca de que no estaba pendiente de ella.
Amparada por la oscuridad de la noche, Lightning no podía
evitar recordar una y otra vez la cadena de desgracias que había conducido al
mundo al borde de la obliteración más absoluta. Y ella, que era en gran medida
responsable de tal situación, lo único que podía hacer era tratar de hacer
retroceder la aciaga cuenta atrás con la ayuda de Hope hasta que descubriesen
cómo neutralizar las fuerzas del Caos. Ello requería la coordinación perfecta y
constante de la divina fuerza y poder de la guerrera y la brillante
inteligencia y lógica del científico.
En ese momento, el transmisor, que aún estaba encendido,
emitió un extraño ruidito seco. Lightning se irguió, alerta, hasta que se
percató de que llevaba largo rato escuchando a través del dispositivo una
respiración tranquila y pausada.
La joven guerrera meneó la cabeza, si bien una media sonrisa
asomó a sus labios.
-Hope.-llamó suavemente.
La respuesta tardó unos momentos en llegar.
-¿Hm?
-¿No te he dicho que te fueras a la cama?
-Eso he hecho.-repuso
Hope adormilado; Lightning enarcó una ceja.
-¿Y te has llevado el transmisor?
-Pues claro-por su
tono de voz Lightning supo que su amigo sonreía-. Te dije que trataría de protegerte, ¿no? Si no estoy al tanto, no
podré cuidar de ti.
Ella se rió por lo bajo.
-Me hace gracia que precisamente seas tú quien “cuide de
mí”.
-Bueno-observó
Hope con cierta ironía-, técnicamente
ahora soy mayor que tú.
Lightning sonrió, recordando su sorpresa al reencontrarse
con él y verlo convertido en un joven más alto que ella, mucho más maduro y
también, tenía que admitirlo, mucho más atractivo.
-Cierto. ¿Cuántos años tenías antes de… todo esto?
Él no respondió enseguida. Parecía estar pensando
detenidamente la cuestión.
-No estoy seguro…
Entre veinticuatro y veintiséis, supongo. Noel me contó que en un momento dado,
él y Serah se encontraron conmigo con veintisiete años, pero yo no lo recuerdo
con claridad. Quizá las paradojas alteraran de algún modo el pasado, no lo sé.
-Sí-murmuró Lightning-, jugar con el tiempo nunca trae nada
bueno.
Hope permaneció en silencio. Sí, el paso del tiempo había
sido infinitamente más cruel con ellos que con el resto de sus compañeros: él
era el único que no había sido capaz de acceder al Umbral de las Eras, mientras
que Lightning se había visto atrapada en un plano donde el tiempo no fluía.
El silencio se alargó durante varios largos momentos.
-¿Qué haces?-preguntó entonces Lightning en voz baja para no
asustar a Hope en el caso de que se hubiera quedado dormido.
-Miro el cielo-musitó
su amigo-. Hoy está especialmente
hermoso.
Lightning sonrió para sus adentros; podía imaginar
perfectamente al joven tendido de lado en su cama, con su revuelto cabello plateado
sobre la almohada y sus claros ojos color verde agua fijos en el ventanal de su
cuarto, perdidos en sus eternas ensoñaciones.
Alzó la vista y contempló la bóveda celeste, cubierta por
aquellas densas nubes que tanto le recordaban a las que siempre cubrían
Valhalla.
-Pero está nublado-hizo notar la joven guerrera-. Siempre
está muy nublado.
-Tú llevas poco tiempo
aquí-rió Hope-. Esta noche se filtra
mucha más luz de lo habitual. Por lo general las noches eran casi oscuridad
total, ya lo sabes.
Si Lightning lo sabía era porque Hope le advertía sobre los
peligros nocturnos cada dos por tres. A ella sólo le preocupaban los feroces
monstruos que a esas horas salían a cazar; entre sus dones divinos se contaba
una felina visión nocturna. Por eso no se había fijado antes en aquel detalle.
-Puede ser-reconoció no muy emocionada-. Aun así, sigue
siendo muy oscuro. No me gusta.
-Ya lo sé. Perdona que
le dé tantas vueltas, es sólo que… -Hope dudó un instante-Hace tiempo, mirar el cielo era
desalentador. Alzabas la vista y lo único que veías era oscuridad, ningún ápice
de luz que pudiera guiarte. Simbolizaba perfectamente cómo perdimos la
esperanza en el futuro.
Algo en la voz de Hope hizo que el corazón de Lightning se
contrajera, haciéndole respirar hondo para aflojar el dolor. Él no solía hablar
sobre su vida en Nova Chrysalia a menos que fuera para aportar algún dato que
pudiera serles de utilidad en su misión; no tenían tiempo para ponerse a hablar
de lo que habían hecho durante todo el tiempo que no se habían visto.
Por primera vez, Lightning pensó que, si bien ella había
perdido a su hermana, al menos había dormido durante siglos. En cambio, Hope y
los demás supervivientes se habían visto forzados a seguir adelante.
-Pero tú no puedes perder la esperanza-replicó la joven,
frunciendo el ceño-. No puedes perderte a ti mismo, Hope.
-Una cosa es que yo me
aferrara a la mínima posibilidad de salvación y otra muy distinta es que los
demás hicieran lo mismo. A lo largo de todos estos años, muchos decidieron
acabar con sus vidas-repuso Hope con tristeza-. Te mentiría si te dijera que yo no me lo planteé en alguna ocasión. A
veces, mi nombre no es otra cosa que una carga para mí.
-No tendría por qué-Lightning ladeó la cabeza, sorprendida-. Tienes un nombre precioso. La esperanza es uno de los sentimientos más bellos que existen.
-También uno de los
más crueles-murmuró el joven amargamente-. La esperanza no aporta la felicidad, Light. Tan sólo te impulsa a
seguir adelante, en una búsqueda que pueda llevarte a dicha felicidad… o
condenarte a una vida de falsas ilusiones.
Su respuesta asombró sobremanera a Lightning. Jamás se lo
había planteado de aquella forma, para ella la esperanza era lo único que la
mantenía y le permitía seguir luchando. Sin embargo… Hope tenía razón. Y la
guerrera intuyó, bajo sus palabras, el temor de su amigo: no hacer otra cosa
que guiarla a una vana ilusión sin poder aportarle la felicidad que esperaba.
Ante el silencio abatido de Hope, Lightning intentó subirle
los ánimos:
-Puedes comparar tu nombre con el mío. El tuyo es un
concepto hermoso; en cambio, yo sólo traigo desgracias a quienes me rodean.
-Eso no es así-saltó
Hope al punto-. A ti te puede parecer
bonito mi nombre, pero creo que el tuyo le da mil vueltas. Es la energía pura
que vibra en los cielos y los ilumina en el caos de las tormentas.
Ella no pudo evitar sonreír. Las metáforas soñadoras eran
típicas viniendo de Hope; costaba creer que un científico como él se pudiera
perder tanto en sus propias fantasías. Y había captado inmediatamente el doble
sentido que su amigo había imprimido en su símil.
-Ni siquiera es mi verdadero nombre. No es más que un simple
apodo.
-¿Tú crees? Yo diría
que no. Quizá no sea tu nombre de nacimiento, pero Lightning es tu verdadero
nombre porque es el que tú misma has elegido. No todos tenemos el valor para
cambiar quiénes somos.
Una amarga media sonrisa asomó a los labios de Lightning.
-Cambiar tu nombre no implica cambiar quiénes somos.
-De alguna forma sí
nos cambia-repuso Hope con dulzura, como si pensara que sus palabras podían
herirla-. Dudo mucho que seas la misma
que antes después de convertirte en Lightning.
Aquel tipo de observaciones inquietaban a la joven de una
forma que no lograba explicarse. Era como si, de alguna manera, Hope leyera a
través de ella, y eso que no sabía todos los detalles. Pero era al único a
quien le había revelado algunos datos sobre su pasado, y estaba claro que la
privilegiada mente de su amigo hacía el resto atando cabos.
-A estas alturas-comentó, medio en broma-, ya ni sé qué o
quién soy.
-Para mí eres Light-susurró
el joven, su voz sonriéndole suavemente. Lightning sintió un extraño
escalofrío-. Para el resto del mundo, no
lo sé, y si te digo la verdad, no es que me importe. Pero para mí, que he
pasado años mirando un cielo cubierto por la oscuridad, la luz lo es todo.
Sus palabras dejaron en el aire un largo silencio. Lightning
notó un súbito calor en sus mejillas, y sacudió la cabeza intentando, sin
éxito, enfriarlo. Conocía la sensación, propia de la calidez de Hope, pero nunca
la había experimentado de aquella forma.
No estaba segura de si le gustaba o no. Por lo pronto era
incómoda.
-¿De verdad? ¿Incluso una luz que se apagó y dejó el mundo
abandonado a su suerte durante siglos?-se le ocurrió responder, parte de su
amargura aflorando con sus palabras. Tras haber visto el estado en el que había
quedado el mundo tras su cristalización, Lightning no podía evitar sentirse
culpable por ello. Y por haber dejado tirados a sus amigos en aquel entrópico
lugar.
Hope exhaló un suspiro cansado.
-En tu día hiciste lo
que consideraste correcto. No seré yo quien te reproche haber elegido proteger
el recuerdo de tu hermana-tras una breve pausa, el joven susurró:-. Yo hubiera hecho lo mismo.
-¿El qué? ¿Cristalizarte en memoria de tu hermana?-Lightning
no pudo evitar cerrar los ojos con gesto de dolor al recordar a Serah.
-Bueno, no exactamente
por una hermana… -admitió Hope, que al fin y al cabo había sido hijo único-Pero sí por una persona a la que amara con
la misma intensidad.
Su comentario podría haber sido casual, pero a Lightning le
dio la impresión de que algo más había tras sus palabras. No estaba segura de
querer saberlo. Parecía ser algo personal, y no sería ella quien se metiera
donde no le llamaban.
-No sólo lo hice por Serah… -murmuró la joven guerrera-Mi
batalla contra Caius estaba perdida. Mi única posibilidad era cristalizarme y
aguardar mi momento. Ése era mi destino.
Una vez más, Hope dejó escapar otro suspiro, pero no comentó
nada.
-¿Qué?-le preguntó Lightning ante su deliberado silencio.
-Es un destino cruel…
Te obligaron a rendirte con Serah como última esperanza. Y sin embargo, los
dioses siguen jugando contigo y con tus sentimientos. Igual que Lumina.
Había dado en el clavo. Aquella chica, Lumina, ponía de los
nervios a Lightning cada vez que se cruzaba en su camino. Era tan dolorosamente
parecida a Serah… y a la vez, tan diferente. Impredecible.
-No soy la única que parece ser un juguete de los
dioses-replicó la joven arrugando la nariz-. Tú también estás involucrado, Hope.
No sé por qué, pero lo estás. Y no deberías.
Para su sorpresa, Hope rió suavemente entre dientes. No se
había esperado aquella reacción, sobre todo porque su amigo no le tenía mucho
aprecio a los dioses.
-Quizá sí, quizá no.
No lo sé. Pero la cuestión es que estoy involucrado-repuso, y Lightning
casi pudo visualizar su dulce sonrisa-. Y
me involucré por mí mismo. Que sea mi destino o no, no me importa. Pero lo hice
porque quería. Para eso no necesito órdenes de ningún dios.
Lightning también sonrió, una risa divertida por lo bajo que
alivió en parte su creciente rubor. No podía evitarlo, aquel chico seguía
teniendo algo que hacía aflorar su faceta más sensible.
-Ojalá pudiera tener un ápice de tu fuerza de voluntad,
Hope.
-¿No me correspondería
a mí ser quien dijera eso?-bromeó el joven, momentáneamente sorprendido; su
tono se volvió serio-Tú eres mi mentora,
Light. Si yo la tengo, es gracias a ti. Así que la tienes, no te quepa duda.
Ella negó con la cabeza, suspirando con tristeza.
-Si la tuve, los dioses debieron de arrebatármela.
-No existe un dios
capaz de apagar una luz destinada a iluminar toda Nova Chrysalia. Nunca pierdas
la esperanza… -Hope hizo una pausa, y después añadió con cierto sarcasmo:-No estás sola ahí fuera, ¿recuerdas? Aún me
tienes a mí.
Lightning sonrió, a su pesar. Sí, todavía tenía a Hope. Y
sabía que no iba a abandonarla.
Su amigo sería fiel a su nombre. Lo sabía porque ella le
había enseñado a serlo.
-Bien-asintió, observando el cielo con la mirada llena de
nostalgia, sabiendo que Hope y ella compartían en aquel momento la misma imagen
en sus ojos-. Tú tampoco estás solo, Hope. También yo estoy contigo, y lo
estaré. Sea o no mi destino.
Hope también sonrió. Lightning lo sabía.
En aquella noche había mucha más luz que en cualquier otra
que hubiera caído sobre Nova Chrysalia durante cinco siglos.
Y también en los corazones de ambos, guerrera y científico,
separados por el espacio pero unidos por unos nombres cargados de significado y
un destino en común en el tiempo.
-Lo sé. Esta noche,
más que nunca.