martes, 23 de abril de 2013

[OS] De nombres y destinos



El inconfundible sonido de un bostezo rompió el silencio que se respiraba en el desierto.

-¿Hope?-Lightning se detuvo, frunciendo el ceño.

Segundos después, la voz de su compañero, ligeramente ronca, le llegó a través del transmisor que llevaba siempre en la oreja.

-Dime.

Aquella respuesta tan escueta, más el bostezo previo, más el hecho de que Hope llevara largo rato sin apenas hacer ningún comentario cuando solía pasar casi todo el tiempo hablando con ella, hizo que Lightning suspirara. Echó un vistazo al cielo; estaba anocheciendo, lo cual significaba que llevaban ya más de tres días de trabajo coordinado sin pausas de ningún tipo.

-Estás cansado, ¿verdad?

Hope dejó escapar un gruñido de fastidio.

-Nada serio, tranquila. Se me pasará.

Lightning llevaba el tiempo suficiente comunicada con Hope las veinticuatro horas del día como para saber que el método de su amigo para eliminar el sueño era beber cubos de café y obligarse a continuar en pie hasta que su cuerpo se acostumbraba al cansancio.

Dadas las circunstancias, Lightning no había insistido en que se tomara un descanso hasta el momento; necesitaba a su guía, era perfectamente consciente de que sin él nunca hubiera llegado tan lejos en aquellas tierras hostiles. Pero si terminaba matando del agotamiento a su único compañero y ayuda de cámara en semejante misión, ya podían ir olvidándose de salvar el mundo, o lo poco que quedaba intacto de él.

Ella no necesitaba descansar tanto como Hope gracias a los dones divinos que había recibido tiempo atrás y no le seducía la idea de gastar el valioso y escaso tiempo que les restaba en un alto en el camino, pero era eso o arriesgarse a que su amigo acabara cayendo enfermo.

-Vamos a dejarlo por hoy-decidió la joven-. Buscaré un lugar donde pasar la noche; tú vete a dormir y descansa un rato.

-Light, tenemos menos de trece días para impedir una catástrofe. No podemos permitirnos el lujo de parar sólo porque esté un poco cansado. Además, se está haciendo de noche y estarías sola en el desierto; sabes de sobra que los monstruos salen a cazar a estas horas.

-Sé cuidarme de los monstruos, Hope. Puedo dormir a campo abierto sin grandes problemas, lo sabes. Ya sé que han pasado muchos siglos desde entonces, pero supongo que recordarás cómo manteníamos a raya a las fieras del Gran Paals.

-No es lo mismo-replicó Hope, testarudo-. Éstos son auténticos engendros. Y algunos han demostrado ser un peligro incluso para ti.

-Pues será cuestión de poner en práctica de nuevo los hechizos protectores-Lightning se encogió de hombros-. Por tu parte, sólo desconecta y duérmete.

-Por favor, Light, esto es mucho más importante que mi horario de sueño. Si pretendes que por culpa de un descuido mío te pase algo…

Irritada, Lightning alzó un dedo amenazador y lo apuntó hacia el micrófono del transmisor, que llevaba una pequeña cámara incorporada a través de la cual Hope podía ver lo mismo que ella veía. Él no podía verle la cara, pero sí aquel índice señalándole con indiscutible autoridad.

-Hope Estheim-el tono de Lightning no admitía réplica-, vas a apagar el ordenador, vas a subir las escaleras, vas a entrar en tu cuarto y te vas a acostar ahora mismo, si no quieres que vaya y lo haga yo misma. Y no seré ni mucho menos tan comprensiva como ahora.

Hope tardó unos instantes en responder, y cuando lo hizo, por su voz parecía un poco herido en su orgullo.

-No soy un crío para que me vengas con ésas.

-Ya sé que no lo eres-repuso Lightning sin suavizar un ápice el gesto; sabía que, a menos que se mantuviera en su sitio, Hope no se movería del suyo-. Pero deja de actuar como tal.

Su amigo soltó un bufido resignado.

-Viniendo de ti, no me sorprendería que vinieras hasta aquí sólo para mandarme a dormir. Pero creía que ya tenía cierta opinión al respecto…

-Sí, la de no parar hasta caer muerto. Muy inteligente por su parte, Director-ironizó ella llevándose una mano a la frente-. Sigue así y pronto te convertirás en el señor héroe Snow.

-No tiene nada que ver.-protestó Hope, picado.

-Más de lo que tú te piensas. Y ahora, ¿podemos dar por finalizada la discusión sin que tenga que ir a mandarte a la cama?

Se hizo un largo silencio. Finalmente, Lightning escuchó a Hope chasquear la lengua, dubitativo.

-Si se tratara de ti, Light, no me importaría; eres tú la que está ahí fuera, luchando. Yo, en cambio, paso la mayor parte del tiempo entre cuatro paredes y…

-¿Te piensas que soy de hierro?-cortó Lightning rápidamente; ya sabía de qué pie cojeaba Hope-No eres el único que necesita recobrar fuerzas.

-Ah… -la sorpresa dejó momentáneamente sin palabras a su amigo, que de pronto se vio sin argumentos para seguir negándose-Bien, siendo así… De acuerdo, dormiré un poco. Tú ganas, como siempre. Si es que no se te puede llevar la contraria…

Lightning sonrió, a su pesar. Su último comentario le recordaba viejos tiempos, al pequeño Hope de su periplo como lu’Cie, hacía tantísimo tiempo.

-Más te vale que así sea. Sabes que si no te vas a dormir me enteraré, y no quisiera estar en tu pellejo en ese caso.

Hope no pudo evitar reír entre dientes.

-¿Además de diosa guerrera, elegida de Etro y Liberadora de Almas eres criptovidente?

-No necesito criptovisión cuando mi objetivo miente pésimamente mal.
La noche había caído hacía largo rato sobre las suaves y etéreas dunas doradas del desierto, que bajo la pálida luz que se filtraba a través de las nubes parecían despedir destellos plateados.

Lightning había encontrado un hueco en una gran roca que la ocultaba en razonable medida de los hostiles ojos y colmillos de los monstruos, pero por si acaso había dispuesto a su alrededor una serie de protecciones mágicas como Coraza, Escudo y Velo. Había apoyado la espalda en la áspera piedra, con su espada en su regazo, disfrutando del silencio nocturno.

No tenía sueño, pero le venía bien relajarse un poco después de la presión a la que tanto ella como Hope se habían visto sometidos los primeros días después de conocer el aciago destino que se cernía sobre el mundo.

Ya hacía rato que Hope debía de estar durmiendo. Desde aquella última conversación no habían vuelto a hablar, y viniendo de él era señal inequívoca de que no estaba pendiente de ella.

Amparada por la oscuridad de la noche, Lightning no podía evitar recordar una y otra vez la cadena de desgracias que había conducido al mundo al borde de la obliteración más absoluta. Y ella, que era en gran medida responsable de tal situación, lo único que podía hacer era tratar de hacer retroceder la aciaga cuenta atrás con la ayuda de Hope hasta que descubriesen cómo neutralizar las fuerzas del Caos. Ello requería la coordinación perfecta y constante de la divina fuerza y poder de la guerrera y la brillante inteligencia y lógica del científico.

En ese momento, el transmisor, que aún estaba encendido, emitió un extraño ruidito seco. Lightning se irguió, alerta, hasta que se percató de que llevaba largo rato escuchando a través del dispositivo una respiración tranquila y pausada.

La joven guerrera meneó la cabeza, si bien una media sonrisa asomó a sus labios.

-Hope.-llamó suavemente.

La respuesta tardó unos momentos en llegar.

-¿Hm?

-¿No te he dicho que te fueras a la cama?

-Eso he hecho.-repuso Hope adormilado; Lightning enarcó una ceja.

-¿Y te has llevado el transmisor?

-Pues claro-por su tono de voz Lightning supo que su amigo sonreía-. Te dije que trataría de protegerte, ¿no? Si no estoy al tanto, no podré cuidar de ti.

Ella se rió por lo bajo.

-Me hace gracia que precisamente seas tú quien “cuide de mí”.

-Bueno-observó Hope con cierta ironía-, técnicamente ahora soy mayor que tú.

Lightning sonrió, recordando su sorpresa al reencontrarse con él y verlo convertido en un joven más alto que ella, mucho más maduro y también, tenía que admitirlo, mucho más atractivo.

-Cierto. ¿Cuántos años tenías antes de… todo esto?

Él no respondió enseguida. Parecía estar pensando detenidamente la cuestión.

-No estoy seguro… Entre veinticuatro y veintiséis, supongo. Noel me contó que en un momento dado, él y Serah se encontraron conmigo con veintisiete años, pero yo no lo recuerdo con claridad. Quizá las paradojas alteraran de algún modo el pasado, no lo sé.

-Sí-murmuró Lightning-, jugar con el tiempo nunca trae nada bueno.

Hope permaneció en silencio. Sí, el paso del tiempo había sido infinitamente más cruel con ellos que con el resto de sus compañeros: él era el único que no había sido capaz de acceder al Umbral de las Eras, mientras que Lightning se había visto atrapada en un plano donde el tiempo no fluía.

El silencio se alargó durante varios largos momentos.

-¿Qué haces?-preguntó entonces Lightning en voz baja para no asustar a Hope en el caso de que se hubiera quedado dormido.

-Miro el cielo-musitó su amigo-. Hoy está especialmente hermoso.

Lightning sonrió para sus adentros; podía imaginar perfectamente al joven tendido de lado en su cama, con su revuelto cabello plateado sobre la almohada y sus claros ojos color verde agua fijos en el ventanal de su cuarto, perdidos en sus eternas ensoñaciones.

Alzó la vista y contempló la bóveda celeste, cubierta por aquellas densas nubes que tanto le recordaban a las que siempre cubrían Valhalla.

-Pero está nublado-hizo notar la joven guerrera-. Siempre está muy nublado.

-Tú llevas poco tiempo aquí-rió Hope-. Esta noche se filtra mucha más luz de lo habitual. Por lo general las noches eran casi oscuridad total, ya lo sabes.

Si Lightning lo sabía era porque Hope le advertía sobre los peligros nocturnos cada dos por tres. A ella sólo le preocupaban los feroces monstruos que a esas horas salían a cazar; entre sus dones divinos se contaba una felina visión nocturna. Por eso no se había fijado antes en aquel detalle.

-Puede ser-reconoció no muy emocionada-. Aun así, sigue siendo muy oscuro. No me gusta.

-Ya lo sé. Perdona que le dé tantas vueltas, es sólo que… -Hope dudó un instante-Hace tiempo, mirar el cielo era desalentador. Alzabas la vista y lo único que veías era oscuridad, ningún ápice de luz que pudiera guiarte. Simbolizaba perfectamente cómo perdimos la esperanza en el futuro.

Algo en la voz de Hope hizo que el corazón de Lightning se contrajera, haciéndole respirar hondo para aflojar el dolor. Él no solía hablar sobre su vida en Nova Chrysalia a menos que fuera para aportar algún dato que pudiera serles de utilidad en su misión; no tenían tiempo para ponerse a hablar de lo que habían hecho durante todo el tiempo que no se habían visto.

Por primera vez, Lightning pensó que, si bien ella había perdido a su hermana, al menos había dormido durante siglos. En cambio, Hope y los demás supervivientes se habían visto forzados a seguir adelante.

-Pero tú no puedes perder la esperanza-replicó la joven, frunciendo el ceño-. No puedes perderte a ti mismo, Hope.

-Una cosa es que yo me aferrara a la mínima posibilidad de salvación y otra muy distinta es que los demás hicieran lo mismo. A lo largo de todos estos años, muchos decidieron acabar con sus vidas-repuso Hope con tristeza-. Te mentiría si te dijera que yo no me lo planteé en alguna ocasión. A veces, mi nombre no es otra cosa que una carga para mí.

-No tendría por qué-Lightning ladeó la cabeza, sorprendida-. Tienes un nombre precioso. La esperanza es uno de los sentimientos más bellos que existen.

-También uno de los más crueles-murmuró el joven amargamente-. La esperanza no aporta la felicidad, Light. Tan sólo te impulsa a seguir adelante, en una búsqueda que pueda llevarte a dicha felicidad… o condenarte a una vida de falsas ilusiones.

Su respuesta asombró sobremanera a Lightning. Jamás se lo había planteado de aquella forma, para ella la esperanza era lo único que la mantenía y le permitía seguir luchando. Sin embargo… Hope tenía razón. Y la guerrera intuyó, bajo sus palabras, el temor de su amigo: no hacer otra cosa que guiarla a una vana ilusión sin poder aportarle la felicidad que esperaba.

Ante el silencio abatido de Hope, Lightning intentó subirle los ánimos:

-Puedes comparar tu nombre con el mío. El tuyo es un concepto hermoso; en cambio, yo sólo traigo desgracias a quienes me rodean.

-Eso no es así-saltó Hope al punto-. A ti te puede parecer bonito mi nombre, pero creo que el tuyo le da mil vueltas. Es la energía pura que vibra en los cielos y los ilumina en el caos de las tormentas.

Ella no pudo evitar sonreír. Las metáforas soñadoras eran típicas viniendo de Hope; costaba creer que un científico como él se pudiera perder tanto en sus propias fantasías. Y había captado inmediatamente el doble sentido que su amigo había imprimido en su símil.

-Ni siquiera es mi verdadero nombre. No es más que un simple apodo.

-¿Tú crees? Yo diría que no. Quizá no sea tu nombre de nacimiento, pero Lightning es tu verdadero nombre porque es el que tú misma has elegido. No todos tenemos el valor para cambiar quiénes somos.

Una amarga media sonrisa asomó a los labios de Lightning.

-Cambiar tu nombre no implica cambiar quiénes somos.

-De alguna forma sí nos cambia-repuso Hope con dulzura, como si pensara que sus palabras podían herirla-. Dudo mucho que seas la misma que antes después de convertirte en Lightning.

Aquel tipo de observaciones inquietaban a la joven de una forma que no lograba explicarse. Era como si, de alguna manera, Hope leyera a través de ella, y eso que no sabía todos los detalles. Pero era al único a quien le había revelado algunos datos sobre su pasado, y estaba claro que la privilegiada mente de su amigo hacía el resto atando cabos.

-A estas alturas-comentó, medio en broma-, ya ni sé qué o quién soy.

-Para mí eres Light-susurró el joven, su voz sonriéndole suavemente. Lightning sintió un extraño escalofrío-. Para el resto del mundo, no lo sé, y si te digo la verdad, no es que me importe. Pero para mí, que he pasado años mirando un cielo cubierto por la oscuridad, la luz lo es todo.

Sus palabras dejaron en el aire un largo silencio. Lightning notó un súbito calor en sus mejillas, y sacudió la cabeza intentando, sin éxito, enfriarlo. Conocía la sensación, propia de la calidez de Hope, pero nunca la había experimentado de aquella forma.

No estaba segura de si le gustaba o no. Por lo pronto era incómoda.

-¿De verdad? ¿Incluso una luz que se apagó y dejó el mundo abandonado a su suerte durante siglos?-se le ocurrió responder, parte de su amargura aflorando con sus palabras. Tras haber visto el estado en el que había quedado el mundo tras su cristalización, Lightning no podía evitar sentirse culpable por ello. Y por haber dejado tirados a sus amigos en aquel entrópico lugar.

Hope exhaló un suspiro cansado.

-En tu día hiciste lo que consideraste correcto. No seré yo quien te reproche haber elegido proteger el recuerdo de tu hermana-tras una breve pausa, el joven susurró:-. Yo hubiera hecho lo mismo.

-¿El qué? ¿Cristalizarte en memoria de tu hermana?-Lightning no pudo evitar cerrar los ojos con gesto de dolor al recordar a Serah.

-Bueno, no exactamente por una hermana… -admitió Hope, que al fin y al cabo había sido hijo único-Pero sí por una persona a la que amara con la misma intensidad.

Su comentario podría haber sido casual, pero a Lightning le dio la impresión de que algo más había tras sus palabras. No estaba segura de querer saberlo. Parecía ser algo personal, y no sería ella quien se metiera donde no le llamaban.

-No sólo lo hice por Serah… -murmuró la joven guerrera-Mi batalla contra Caius estaba perdida. Mi única posibilidad era cristalizarme y aguardar mi momento. Ése era mi destino.

Una vez más, Hope dejó escapar otro suspiro, pero no comentó nada.

-¿Qué?-le preguntó Lightning ante su deliberado silencio.

-Es un destino cruel… Te obligaron a rendirte con Serah como última esperanza. Y sin embargo, los dioses siguen jugando contigo y con tus sentimientos. Igual que Lumina.

Había dado en el clavo. Aquella chica, Lumina, ponía de los nervios a Lightning cada vez que se cruzaba en su camino. Era tan dolorosamente parecida a Serah… y a la vez, tan diferente. Impredecible.

-No soy la única que parece ser un juguete de los dioses-replicó la joven arrugando la nariz-. Tú también estás involucrado, Hope. No sé por qué, pero lo estás. Y no deberías.

Para su sorpresa, Hope rió suavemente entre dientes. No se había esperado aquella reacción, sobre todo porque su amigo no le tenía mucho aprecio a los dioses.

-Quizá sí, quizá no. No lo sé. Pero la cuestión es que estoy involucrado-repuso, y Lightning casi pudo visualizar su dulce sonrisa-. Y me involucré por mí mismo. Que sea mi destino o no, no me importa. Pero lo hice porque quería. Para eso no necesito órdenes de ningún dios.

Lightning también sonrió, una risa divertida por lo bajo que alivió en parte su creciente rubor. No podía evitarlo, aquel chico seguía teniendo algo que hacía aflorar su faceta más sensible.

-Ojalá pudiera tener un ápice de tu fuerza de voluntad, Hope.

-¿No me correspondería a mí ser quien dijera eso?-bromeó el joven, momentáneamente sorprendido; su tono se volvió serio-Tú eres mi mentora, Light. Si yo la tengo, es gracias a ti. Así que la tienes, no te quepa duda.

Ella negó con la cabeza, suspirando con tristeza.

-Si la tuve, los dioses debieron de arrebatármela.

-No existe un dios capaz de apagar una luz destinada a iluminar toda Nova Chrysalia. Nunca pierdas la esperanza… -Hope hizo una pausa, y después añadió con cierto sarcasmo:-No estás sola ahí fuera, ¿recuerdas? Aún me tienes a mí.

Lightning sonrió, a su pesar. Sí, todavía tenía a Hope. Y sabía que no iba a abandonarla.

Su amigo sería fiel a su nombre. Lo sabía porque ella le había enseñado a serlo.

-Bien-asintió, observando el cielo con la mirada llena de nostalgia, sabiendo que Hope y ella compartían en aquel momento la misma imagen en sus ojos-. Tú tampoco estás solo, Hope. También yo estoy contigo, y lo estaré. Sea o no mi destino.

Hope también sonrió. Lightning lo sabía.

En aquella noche había mucha más luz que en cualquier otra que hubiera caído sobre Nova Chrysalia durante cinco siglos.

Y también en los corazones de ambos, guerrera y científico, separados por el espacio pero unidos por unos nombres cargados de significado y un destino en común en el tiempo.

-Lo sé. Esta noche, más que nunca.

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